José María Lorite en la actualidad |
JOSÉ MARÍA LORITE, Almendralejo 1959, coordinador de guiones de
La hora de José Mota.
CORRESPONDE A LOS EXTREMEÑOS CONVENCER A LOS DEMÁS DE QUE
EXTREMADURA HA CAMBIADO
.- Cuando yo era poco
más que un muchacho que soñaba con acercarse al mundo de la literatura, miraba
con envidia a aquel joven amurallado por unas románticas barbas negras que
publicaba libros con los que se iba labrando un prestigioso nombre de poeta. El
hombre que me aloja, 1984; Las palabras del aire, 1988. De repente, ese joven
desaparece y me lo encuentro al cabo de los años desbarbado, despoetado, convertido
en guionista de José Mota.
Empecé a trabajar con Mota en el especial de
Nochevieja de 2007. El primero que él hacía en solitario. Mota necesitaba
nuevos guionistas y en concreto un especialista en letras para musicales.
.- Ahí
es donde usted se encuentra más a gusto. En las parodias musicales.
Son lo mío. Me gustan
mucho. Seguramente porque al reto de hacer algo divertido hay que sumarle las
limitaciones de la métrica y la rima. Eso me permite un cierto alarde técnico.
Siempre me gustó la métrica clásica. Me sentía a gusto entre sonetos.
.- Y
alguien le habló de usted.
Mota en la entrega de los Onda 2010. Detrás, Lorite. |
Sí, alguien le habló de mí. Yo había hecho
durante varios años Telepasión, un programa de Nochebuena en el que se
versionaban canciones. A partir de ahí seguí trabajando con él, y desde el
siguiente programa fui coordinador de guión.
.- Líderes
de audiencia. De la taberna al despacho, sus chistes y sus gags son repetidos
al día siguiente por miles de personas.
Me consta que tanto a Mota como al resto del equipo
interesa más el prestigio de un trabajo bien hecho que las mediciones de
audiencias. En lo suyo, Mota es un genio, con una capacidad de
trabajo impresionante y que controla muy bien los resortes del humor. En el
aspecto personal, es una buena persona, un ser humano notable. A mí, como
guionista, lo más reconfortante es que aquello que imaginas, unos días después,
esta transformado en una realidad, unos decorados, unos actores; todo al pie de
la letra, como tú lo imaginaste.
.- Pero no siempre salen
las cosas al pie de la letra.
En absoluto. Cierta vez,
escribimos una historia navideña. Más tarde decidimos cambiarla por una
historia romántica, en un restaurante, a la luz de las velas. Al modificar los
textos y los personajes, se me olvido borrar, literalmente, que “al fondo, la
abuela tocaba la zambomba”. El sketch se grabó y se emitió. Y en el restaurante
romántico, a media luz, en el fondo, una abuela tocaba la zambomba,
inexplicablemente. Los que comentan los sketches en internet opinaron que se
trataba de un estudiado toque surrealista. El poder del guionista.
.- Por algo sus versos
rezumaban clasicismo, medidos a escuadra. Pero, tal y como yo lo veo, sigue
usted siendo un escritor al que la fortuna no suelta del brazo. Vale que ha
cambiado de registro, que ha cambiado los versos en folio por la ironía en
pantalla, pero precisamente recuerdo haber leído en Umbral que el mal de muchos
escritores es no saber matar a tiempo al poeta juvenil.
José María Lorite con el premio Ondas 2010 |
Al poeta que fui lo mato la rutina. En cuanto a Umbral, coincido
en parte con él. Algunos no mataron al poeta que fueron. Afortunadamente. Los
envidio. A ellos. A Umbral no. De todos modos, mi relación actual con la
literatura es de mero consumidor. Hace años que no escribo poesía, quizá porque
el estrés no me deja tiempo para cabrearme lo suficiente como para sentir la
necesidad de escribir poesía. Aunque, para ser sincero, últimamente me lo estoy
replanteando. No obstante, mentiría si negara que envidio a los que han seguido
escribiendo. Es señal de que han conseguido “fuentes de inspiración” distintas
a la del mero desasosiego. En especial a mi amigo José Iglesias Benítez, uno de
los mejores poetas que he conocido y leído. En cierto modo, él sigue
escribiendo por mí.
.- Extremadura.
Con Extremadura tengo un doble vínculo. El familiar, por mis
padres, que viven en Almendralejo, y el sentimental, que es inexplicable, que
te marca para siempre y que te hace sentir parte de una historia común, aunque
ya vivas lejos de esa historia. Sin embargo, hay un proceso curioso. Cuando yo
empecé a vivir la emigración, me sentía muy extremeño, muy integrador. En la
actualidad, cada día me siento menos extremeño y más de Almendralejo. En cuando
a la Extremadura literaria, mi contacto se limita a la pertenencia a la
asociación cultural Beturia, que edita libros de autores extremeños.
.- El escritor Alonso
Guerrero me dijo en cierta ocasión que se están poniendo los tiempos propicios
para el regreso de la poesía social y la canción protesta. Para un guionista
cítrico supongo que son tiempos inspiradores. No tanto para el poeta.
Pues quizá sea un disparate lo que voy a decir; pero empiezo a
sentirme como en aquellos años en los que fui beligerante, en los que fui
poeta. Estoy volviendo a encontrar motivos para sentirme joven. Volviendo a
sentir la necesidad de retomar a aquel joven inconformista que fui. Desde ese
punto de vista, renace el optimismo de pensar que este mundo se puede volver a cambiar.
Quizá porque cada día va siendo más necesario cambiarlo.
.- Alonso Guerrero, Luís Landero, Javier
Cercas, escritores extremeños, emigrantes, de su misma generación, que triunfan
fuera. Como usted mismo. ¿Sigue siendo
una quimera triunfar desde dentro de Extremadura?
El efecto Metrópolis se da en todos los países
y en todas las generaciones. No creo, sinceramente, que la emigración influya
en esto. Hay muchos y grandes escritores que permanecen en la tierra. Sea
como sea, creo humildemente, que me has puesto en un nivel que no merezco. Lo
que sí te digo es que, quien crea que Extremadura no ha avanzado, está
verdaderamente ciego. Al menos en términos absolutos. Otra cosa es que, en términos
relativos, haya avanzado más o menos que otras regiones. Desde fuera, para ser
sincero, siguen sin tenernos muy en cuenta. No somos peligrosos. Aun pervive
aquella imagen que escribiera Gregorio de Salas hace siglos:”Espíritu desunido/ anima a los extremeños/
Jamás entran en empeño/ ni quieren tomar partido./ Cada cual en sí metido/ y
contento en su rincón./Huyen de toda instrucción/ y aunque es grande su viveza/vienen a ser
por pereza/los indios de la nación”. Afortunadamente,
Extremadura ya no es así. Pero tenemos que convencer al resto de España de que
hemos cambiado.
Entrevista publicada en El periódico Extremadura, miércoles 6 de marzo del 2013
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