quédese con el cambio: JOSE MARÍA LORITE. ENTREVISTA.

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martes, 5 de marzo de 2013

JOSE MARÍA LORITE. ENTREVISTA.




José María Lorite en la actualidad

JOSÉ MARÍA LORITE, Almendralejo 1959, coordinador de guiones de La hora de José Mota.

CORRESPONDE A LOS EXTREMEÑOS CONVENCER A LOS DEMÁS DE QUE EXTREMADURA HA CAMBIADO

.- Cuando yo era poco más que un muchacho que soñaba con acercarse al mundo de la literatura, miraba con envidia a aquel joven amurallado por unas románticas barbas negras que publicaba libros con los que se iba labrando un prestigioso nombre de poeta. El hombre que me aloja, 1984; Las palabras del aire, 1988. De repente, ese joven desaparece y me lo encuentro al cabo de los años desbarbado, despoetado, convertido en guionista de José Mota.
Empecé a trabajar con Mota en el especial de Nochevieja de 2007. El primero que él hacía en solitario. Mota necesitaba nuevos guionistas y en concreto un especialista en letras para musicales.


.- Ahí es donde usted se encuentra más a gusto. En las parodias musicales.
 Son lo mío. Me gustan mucho. Seguramente porque al reto de hacer algo divertido hay que sumarle las limitaciones de la métrica y la rima. Eso me permite un cierto alarde técnico. Siempre me gustó la métrica clásica. Me sentía a gusto entre sonetos.

.- Y alguien le habló de usted.
Mota en la entrega de los Onda 2010. Detrás, Lorite.
Sí, alguien le habló de mí. Yo había hecho durante varios años Telepasión, un programa de Nochebuena en el que se versionaban canciones. A partir de ahí seguí trabajando con él, y desde el siguiente programa fui coordinador de guión.

.- Líderes de audiencia. De la taberna al despacho, sus chistes y sus gags son repetidos al día siguiente por miles de personas.
Me consta que tanto a Mota como al resto del equipo interesa más el prestigio de un trabajo bien hecho que las mediciones de audiencias. En lo suyo, Mota es un genio, con una capacidad de trabajo impresionante y que controla muy bien los resortes del humor. En el aspecto personal, es una buena persona, un ser humano notable. A mí, como guionista, lo más reconfortante es que aquello que imaginas, unos días después, esta transformado en una realidad, unos decorados, unos actores; todo al pie de la letra, como tú lo imaginaste.

.- Pero no siempre salen las cosas al pie de la letra.
En absoluto.  Cierta vez, escribimos una historia navideña. Más tarde decidimos cambiarla por una historia romántica, en un restaurante, a la luz de las velas. Al modificar los textos y los personajes, se me olvido borrar, literalmente, que “al fondo, la abuela tocaba la zambomba”. El sketch se grabó y se emitió. Y en el restaurante romántico, a media luz, en el fondo, una abuela tocaba la zambomba, inexplicablemente. Los que comentan los sketches en internet opinaron que se trataba de un estudiado toque surrealista. El poder del guionista.

.- Por algo sus versos rezumaban clasicismo, medidos a escuadra. Pero, tal y como yo lo veo, sigue usted siendo un escritor al que la fortuna no suelta del brazo. Vale que ha cambiado de registro, que ha cambiado los versos en folio por la ironía en pantalla, pero precisamente recuerdo haber leído en Umbral que el mal de muchos escritores es no saber matar a tiempo al poeta juvenil.
José María Lorite con el premio Ondas 2010
Al poeta que fui lo mato la rutina. En cuanto a Umbral, coincido en parte con él. Algunos no mataron al poeta que fueron. Afortunadamente. Los envidio. A ellos. A Umbral no. De todos modos, mi relación actual con la literatura es de mero consumidor. Hace años que no escribo poesía, quizá porque el estrés no me deja tiempo para cabrearme lo suficiente como para sentir la necesidad de escribir poesía. Aunque, para ser sincero, últimamente me lo estoy replanteando. No obstante, mentiría si negara que envidio a los que han seguido escribiendo. Es señal de que han conseguido “fuentes de inspiración” distintas a la del mero desasosiego. En especial a mi amigo José Iglesias Benítez, uno de los mejores poetas que he conocido y leído. En cierto modo, él sigue escribiendo por mí.
.- Extremadura.
Con Extremadura tengo un doble vínculo. El familiar, por mis padres, que viven en Almendralejo, y el sentimental, que es inexplicable, que te marca para siempre y que te hace sentir parte de una historia común, aunque ya vivas lejos de esa historia. Sin embargo, hay un proceso curioso. Cuando yo empecé a vivir la emigración, me sentía muy extremeño, muy integrador. En la actualidad, cada día me siento menos extremeño y más de Almendralejo. En cuando a la Extremadura literaria, mi contacto se limita a la pertenencia a la asociación cultural Beturia, que edita libros de autores extremeños.  

.- El escritor Alonso Guerrero me dijo en cierta ocasión que se están poniendo los tiempos propicios para el regreso de la poesía social y la canción protesta. Para un guionista cítrico supongo que son tiempos inspiradores. No tanto para el poeta.
Pues quizá sea un disparate lo que voy a decir; pero empiezo a sentirme como en aquellos años en los que fui beligerante, en los que fui poeta. Estoy volviendo a encontrar motivos para sentirme joven. Volviendo a sentir la necesidad de retomar a aquel joven inconformista que fui. Desde ese punto de vista, renace el optimismo de pensar que este mundo se puede volver a cambiar. Quizá porque cada día va siendo más necesario cambiarlo.  

.- Alonso Guerrero, Luís Landero, Javier Cercas, escritores extremeños, emigrantes, de su misma generación, que triunfan fuera.  Como usted mismo. ¿Sigue siendo una quimera triunfar desde dentro de Extremadura?
El efecto Metrópolis se da en todos los países y en todas las generaciones. No creo, sinceramente, que la emigración influya en esto. Hay muchos y grandes escritores que permanecen en la tierra. Sea como sea, creo humildemente, que me has puesto en un nivel que no merezco. Lo que sí te digo es que, quien crea que Extremadura no ha avanzado, está verdaderamente ciego. Al menos en términos absolutos. Otra cosa es que, en términos relativos, haya avanzado más o menos que otras regiones. Desde fuera, para ser sincero, siguen sin tenernos muy en cuenta. No somos peligrosos. Aun pervive aquella imagen que escribiera Gregorio de Salas hace siglos:”Espíritu desunido/ anima a los extremeños/ Jamás entran en empeño/ ni quieren tomar partido./ Cada cual en sí metido/ y contento en su rincón./Huyen de toda instrucción/ y aunque es grande su viveza/vienen a ser por pereza/los indios de la nación”. Afortunadamente, Extremadura ya no es así. Pero tenemos que convencer al resto de España de que hemos cambiado.

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