quédese con el cambio: enero 2012

BARRA DE TITULO

sábado, 28 de enero de 2012

LA ESTOCADA



Flavio Josefo fue un soldado judío del siglo primero de nuestra era que corrió a esconderse en un silo cuando Vespasiano sitió su ciudad. Lo que no esperaba Josefo es que allí iba a encontrar más ambiente que en el armario de Boris Izaguirre, pues resultó que el dichoso silo había sido ocupado por cuarenta mocetones judíos que, como el propio Flavio, buscaban salvar el pellejo.

viernes, 20 de enero de 2012

EL BOTÓN ROJO

 
He observado que últimamente, cuando llega la hora del telediario, mi padre apaga el televisor. Es raro, porque la hora del "parte" tuvo siempre en mi casa, como en la de tanta gente, categoría de ritual del silencio. Pero, como digo, de un tiempo a esta parte, mi padre, al llegar los telediarios, apaga la tele. Lo hace discretamente, sin maldecir, sin cagarse en los muertos de unos y de otros, como exigen los cánones del español cabreado, sólo toma el mando, pulsa el botón rojo, y se acabó lo que se daba. Es un gesto de una resignación tan sin vuelta atrás que me ha dejado cavilando.

miércoles, 18 de enero de 2012

PLAGAS


 Por septiembre hace su agosto la langosta. Pero, ¿para qué sirve una langosta? ¿Quién probó la ensalada de langosta, las alas de langosta, la pechuga acorazada de una langosta? ¿Quién, que no tenga el estómago de un chino, es capaz de meterse en la boca algo tan repugnante como una langosta? ¿Para qué creó Dios entonces a la langosta? Pues muy fácil, para fastidiar. La langosta sólo sirve para indicarnos los cambios de humor de Dios. Cuando Dios se enfada, va y nos manda una plaga de langostas o de cualquier otra cosa repugnante. Da igual que sea la peste, el Sida, la televisión, o políticos incapaces de solventar una crisis. 

viernes, 13 de enero de 2012

LA ESTATUA



Hay un antiguo cuento acerca de un sacerdote al que encargaron portar la imagen de un santo hasta determinado convento. Enfrentado a varios días de camino, el buen hombre se echó la talla a las espaldas y emprendió sin más la marcha. En el transcurso le pilló una descomunal nevada. Sin ningún refugio a mano sólo logró sobrevivir quemando la estatua del santo que, por ser de madera vieja y seca, ardió a las mil maravillas. Pasada la tormenta, recogió las cenizas, las metió en una bolsa y prosiguió su viaje. Ya en su destino, el prior le echó una bronca de muy señor mío, amenazándole además con la excomunión y con los horrores del fuego eterno. Sin embargo, nuestro sacerdote se encogió de hombros y siguió pensando que había hecho lo que tenía que hacer: salvar su vida por encima de supersticiones.

Pues bien, últimamente pienso con frecuencia en este cuento. Será por la ola de frío o por la ola de malas noticias que no dejo de ver a España como a ese sacerdote al que le ha pillado la nevada con un fardo pesadísimo a las espaldas. Una Constitución anacrónica, un capitalismo desbocado, una monarquía obsoleta, una iglesia sin sentido, una justicia partidista, unas autonomías a su bola. Son, en fin, esa estatua seca y vieja que apenas sirve ya para un brasero. Si no fuera por el miedo a los priores del convento supongo que habríamos recuperado fuerzas quemando el latoso e inútil fardo.

Se me olvidaba decir que el sacerdote, cansado de la bronca de los supersticiosos, metió la mano en el saco de las cenizas y se puso a rebuscar. Qué buscas, le preguntaron. Las reliquias del santo. Era una estatua de madera, cómo vas a encontrar reliquias. En efecto, dijo, yo sigo vivo y él era solo una estatua de madera. Con hacer otra nueva, en paz.

Pues eso. 

Artículo publicado en contraportada periódico Extremadura

miércoles, 11 de enero de 2012

ADAMISMO, a Dios a través del cuerpo desnudo.


ADAMISMO: nombre que dieron a su secta unos tipos del norte de África allá por el siglo II después de Cristo y que creían que siguiendo en todo la apariencia de Adán estarían más cerca de Dios, del Paraíso y de la verdad eterna. Por lo tanto, no sólo iban desnudos sino que practicaban la abstinencia sexual por considerar que el sexo fue el pecado primigenio, verdadero y único motivo de la perdición de los hombres. Sus raíces son de origen gnóstico, es decir, de aquellas escuelas religiosas y filosóficas que aseguraban estar en posesión de secretos conocimientos (gnosis) que los apóstoles habían depositado en un grupo de escogidos para salvaguardarlos de la plebe inculta que acabaría por corromperlos.

sábado, 7 de enero de 2012

BLANCA EN EL LABERINTO

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Nunca eres el mismo cuando te enfrentas al Minotauro y le sobrevives. Puede que consigas escapar con vida de sus garras, porque desde Teseo sabemos que ningún monstruo es infalible, pero nada te librará de vivir el resto de tus días horrorizado ante la capacidad de seducción del Laberinto. Solo los muy héroes y los muy ingenuos se meten en tales fregados. Blanca Portillo, por ejemplo, se metió a lidiar con el monstruo del Festival de Teatro Clásico de Mérida no porque tenga madera de heroína sino porque su ingenuidad le hizo creer que podría salir airosa del Laberinto de la Junta de Extremadura. Ahí es nada. Ni Hércules sacaría con éxito semejante trabajo.
Blanca Portillo no es  que sea Hércules pero tampoco es tonta y con un poco de esfuerzo podía haberse olido la tostada, que es una tostada que lleva, como las cuadras de Augias, tres décadas apestando. Cómo pensaba ella que consigue una región mantenerse en la cola de casi todo durante tanto tiempo si no es invirtiendo sus recursos y sus energías en alimentar a este monstruo insaciable. 

Lo que al parecer más fascina a Blanca Portillo, según confesaba  días atrás en una entrevista en un periódico nacional, amén de las mentiras y los engaños, era el que todos, izquierda y derecha, estuvieran al tanto de los mangoneos y que absolutamente todos se encogieran de hombros y escurrieran el bulto. Pues mira, hija, puede que tardes en cobrar el sueldo pero al menos ya has aprendido algo: que nada hermana tanto como un chanchullo rentable. Aquí todos callan sobre el Festival como callan sobre la educación pública, sobre el transporte público, sobre la cultura pública, sobre tantas cosas. Callan porque les vale y porque han hecho de su silencio y su oscuridad nuestro monstruo y nuestro laberinto.  

Contraportada del periódico Extremadura

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