quédese con el cambio: noviembre 2010

BARRA DE TITULO

sábado, 27 de noviembre de 2010

PARA CUÁNDO

En tiempos de Octavio Augusto la tecnología alcanzó suficiente nivel como para inventar la máquina de vapor. Pero a nadie se le ocurrió. Se conoce que no estaban preparados. Empezando por el propio emperador, que tenía en la cabeza cosas más importantes que el dedicar tiempo y dinero al bienestar de sus contemporáneos. Su afán por conquistar tierras y esclavizar hombres le valió una página en la historia, pero se perdió la penicilina y los viajes en tren. 

Han pasado dos mil años y los científicos siguen lamentándose de lo mismo. Con el dinero que los Estados van a invertir en la salud de los bancos los científicos mejorarían la salud de toda la humanidad. Hay quien dice que existen medios y ciencia bastante para alargarnos la juventud hasta los cien años, realizar trasplantes de órganos como quien recambia las ruedas del coche, ordenar la demografía mundial y acabar para siempre con el hambre. Pudiera ser. Pero, por algún oscuro motivo, los que podrían hacer realidad esta utopía se dedican a cosas que los ciudadanos de a pie apenas comprendemos. Más de cuatro millones de parados y Zapatero , para hablar de la crisis, se reúne hoy en Moncloa con los treinta hombres más poderosos del país. Hablarán de oídas, digo yo, porque dudo que estos hombres sepan lo que es vivir en crisis. Como en la de Augusto, en sus cabezas un tintineo de monedas y de egoísmo impedirá que distingan lo bueno de lo práctico. En Europa, la juventud se echa a la calle a pedir cuentas. España, mientras tanto, se limita a nadar entre la indiferencia y la incultura. El otro día llegó al instituto una madre exigiendo que a su hijo le diera clases de latín un profesor nativo. Definitivamente, el progreso está ahí fuera, pero no parece que estemos preparados para entenderlo.

 http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=546539



jueves, 25 de noviembre de 2010

POLTERGEIST


Por un descuido me senté anoche sobre el mando a distancia y la televisión se volvió loca. Era como si la pobrecilla fuera a morirse y pasara toda su vida ante mis ojos. 
Hágase usted una idea. Yo allí en mi sofá con una porción de pizza a medio camino entre el ser y la nada, sin saber qué estaba ocurriendo, mientras la tele vomitaba imágenes sin sentido a una velocidad de martillo. Tan pronto me hablaba el Rey como el Correcaminos. Una locura. 
Entonces comprendí lo que debió sentir Moisés delante de aquella zarza ardiendo parlanchina. Aún dudo si se trató de un poltergeist o de una revelación mística. 

Más menos, esto es lo que recuerdo.



La 6ª: Irlanda despedirá 24.750 funcionarios en un duro plan de ajuste.
T5: La economía española: en el punto de mira de Bruselas.
Antena 3: Los precios del Barça-Real Madrid alcanzan cotas históricas.
Aznar: la historia hará justicia a Bush y reconocerá su legado.
TVE: Irán tiene 5.000 centrifugadoras de uranio
Maestro Yoda: ...siento una conmoción en la Fuerza. 
Sarah Palin: Tenemos que estar al lado de nuestros aliados, como Corea del Norte, perdón, quise decir Corea del Sur. 
Informe Semanal: El Papa admite que Maciel fue encubierto durante años.
Saramago: mi sentimiento es que el mundo se ha vuelto loco...
Matías Prat: ...y cada día el de más gente.

martes, 23 de noviembre de 2010

Iniciación a la PREHISTORIA

AIDEMI
LECCIÓN SEGUNDA
Iniciación a la Prehistoria

Los historiadores no se ponen de acuerdo en acotar ese periodo al que llamamos Prehistoria. Por lo tanto, si fuéramos vagos, con decir que fue un periodo larguísimo, cubríamos expediente y nos quedábamos tan frescos. Pero como uno tiene sus lecturas, su pundonor y su EGB terminada, no nos conformamos con eso y diremos que la prehistoria abarca a ese tramo de tiempo que va desde la aparición del ser humano hasta la invención de la escritura; osea, que empezó unos seis millones de años atrás y concluyó hace unos cinco mil años. Tal que ayer.

Por cuestiones de pedagogía se suele dividir en tres edades: piedra, bronce, hierro, según dictaran las revista de moda femenina cómo debían ser las bragas en aquella temporada. Esta lección se centrará en la Edad de Piedra.

Edad de Piedra:     dividida a su vez en tres etapas.

Paleolítico. 6.000.000 a 12.000 a.C. Como todo el mundo sabe, hasta este instante el hombre, es decir Adán, vivía tan ricamente en el Paraíso, a base de subvenciones, pluses y trienios, y sin darle un palo al agua. Pero por discrepancias entre la patronal y el sindicato (que por razones obvias aún se llamaba sindicato único), al hombre lo expulsaron del Paraíso y tuvo que buscarse la vida. Eso sí que fue un palo. De ahí que a este periodo se le llame Paleolítico. Aún así, los hombres se aclimataron y no lo pasaron del todo mal. Aprendieron a vivir en paz y concordia, en grandes chalet de piedras, decorados con pinturas rupestres y con vistas al campo. Luego, con el tiempo, apareció el primer Botín, inventó la hipoteca y nuestros protopadres se vieron obligados a abandonar sus casas y salir de nuevo a buscarse la vida. Por eso se dice que eran nómadas. Lo dice Botín, claro. No obstante, también había momentos de sosiego, en los que trabajaban la piedra y el hueso, y fabricaban útiles herramientas e instrumentos musicales para los ratos de ocio, que no todo iba a ser trabajar, digo yo. De esta fecha, el grupo más famoso fueron Los Silex, cuyo éxito “Si yo tuviera una escoba cuántas hostias repartiría”, tenemos constancia en todos los yacimientos de Europa.

Mesolítico: Entre el 12.000 y 4.000 a. C. Aparece la agricultura y, hacia finales del periodo, el comercio. De ahí creo yo que le viene el nombre: mientras toda la aldea se partía los lomos arando, sembrando, recogiendo y moliendo el grano, un listo puso un mesón en el centro del pueblo y se puso las botas. En el mesón, sin embargo, los vasos seguían siendo de piedra, por eso lo de “mesolítico”, puesto que si llegan a ser de vidrio lo llamaríamos “mesovídrico”, como nadie ignora. 
Como mera anécdota señalaremos que en el Oriente Próximo ya era conocido el uso del bronce y del hierro y que hubo quién trató de introducir estos metales en la Península Ibérica, pero en cuanto se enteró la AMPA (Asociación Mesolítica de Padres Antiprogreso) arrojaron a los innovadores al mar y colgaron en las paredes de las cuevas de enseñanza de educación cavernaria arados de madera, de los de toda la vida.

Neolítico: Desde el 4000 al 1.200 a C. Recibe este nombre por el parecido que los hombres de este período muestran con los neocom actuales, osease, que eran unos friquis de las nuevas tecnologías, que en su caso eran el arado, el arco, la flecha y la rueda con llantas de aleación de piedra. Se les iba el día en mirarse el ombligo y en pintar cerámicas de terracota, sin caer en la cuenta de que, casi al ladito de ellos, al mundo le estaban dando la vuelta como un calcetín: aparecería la moneda, la religión, el Estado. Pero ellos a lo suyo, como si no fuera con ellos la cosa. Hasta que su mundo se fue al garete.
Y así fue como el hombre empezó su andadura, paso a paso, por el camino de la historia. Como un niño. Tan perdido, tan inútil, tan confuso, tan ciego, que se sirvió de dos muletas para no caerse. A estas dos muletas les dimos el nombre de Dios y Dinero. Dos apoyos que de tanto usarlos acabaron por atrofiar los miembros, hasta el punto de que hay quien los confunde con sus propias piernas. 

domingo, 21 de noviembre de 2010

AIDEMI

Primer Curso de AIDEMI

Con vocación no lucrativa y con el único deseo de ayudar a aquellos que llegan a nuestra tierra con el corazón cuajado de melancolía, el bolsillo desbordado de inquietud y la boca sellada por el desconocimiento, nace AIDEMI, es decir, Ayuda a la Integración Desinteresada en Extremadura de Mujeres e Inmigrantes.

Como no podía ser de otra manera, estos cursos comienzan por la enseñanza de la lengua y su uso pragmático, osease, en contexto. Es una lección fácil, para principiantes, asequible y útil a los que aún no conocen nuestras ancestrales costumbres y nuestro modo de interrelacionarnos, tanto entre nosotros mismos como con los foráneos.

LECCIÓN PRIMERA.

Dónde y en qué situaciones debe usted usar correctamente las simpáticas expresiones que escuchará con inusitada frecuencia en bares, cafeterías y supermercados, y que a continuación se enumeran.

.- Ese está como una verga.

.- Ese es gilipollas.

.- Ese es un capullo.

.- Ese es un tonto coño.

.- Ese es buena gente.

1.- Cuando alguien no se viste como usted viste, no come las comidas que usted come, peina raro, habla con acento o, vaya por Dios, profesa distinta creencia, debemos decir: ese está como una verga (cuidando siempre ubicarnos a suficiente distancia como para no ser oídos por el susodicho; o si nos mueve el justificable interés por fastidiarle o hacerle entrar en razón y afearle su conducta, cuidaremos al decir la frase estar rodeado por un número mayoritario de correligionarios, a ser posible con cara de pocos amigos y de no reír con los chistes del Gran Wyoming).

2.- Cuando alguien manifiesta amor por la literatura, la poesía, el teatro, por músicas de esas raras que no hay Dios que las entienda y que no hay narices de escucharlas en radio fórmula ni en los cuarenta principales, y, lo que es peor, es tan pringado que cede su sitio a las señoras y señores de edad, podemos usar la frase: ese es un capullo. (En este caso no es preciso guardar ni distancias ni estar entre mayoría numérica, pues este tipo de espécimen suele ser pacífico y rehuye los conflictos. En cualquier caso, se aconseja prudencia, pues suelen ser tipos letrados, cobardes y muy dados a demandas judiciales)

3.- Cuando usted vea a alguien que gasta mejor coche que el suyo o que posee una casa como la que usted lleva toda la vida soñando y es incapaz de conseguir, o tiene una pareja de las que quitan el hipo, no lo dude: ese es un tonto coño.

4.- Si se cruza con alguien que defiende una idea de esas que llaman de bien común y que llevándolas a cabo es posible que el mundo fuera mejor, la vida más vivible y el hombre más humano, pero de la cual es evidente que él jamás sacará provecho económico ni social y que, no obstante, la defiende poniendo en peligro su salud, su dinero, su tiempo y su prestigio, no lo dude: ese es un gilipollas.

5.- Si se habla de un superior del que usted cree o espera sacar beneficios, o sencillamente de alguien del que tiene constancia que habló bien de usted, diga sin reparos: ese es buena gente.


viernes, 19 de noviembre de 2010

DESMONTANDO MITOS




Científicos de la universidad de Wisconsin han demostrado que las siguientes leyendas urbanas carecen de fundamento:

.- Dormir con el móvil sobre la mesita de noche perturba el sueño y provoca cáncer. (Nueve de cada diez accionistas de Telefónica aseguran que cuantos más teléfonos hay sobre las mesitas de noche de todo el mundo, mejor concilian  ellos el sueño. De lo del cáncer, no saben no contestan).

.-Extremadura tiene el récord de fidelidad política por sus veinticinco años ininterrumpidos de gobierno socialista. (Aquí hay división de opiniones. Unos dicen que de socialista nada de nada, y otros que, de gobierno, menos que nada).

.- Las pulseras Power Balance no reactivan las neuronas ni tienen efectos sobre la salud, aunque la Ministra de Sanidad luzca una en su muñeca. (El jefe de Power Balance envió un comunicado eludiendo cualquier responsabilidad. Dice, textualmente: nosotros no tenemos nada que ver en el asunto; existen documentos que demuestran que la ministra ya era así antes de usar nuestra pulsera).

.-Aunque a los del PP les cueste creerlo, Zapatero no tiene la culpa del cólera de Haití ni de los amistosos de la Roja.

.- Si la derecha gana las elecciones, España sufrirá un retroceso en política social. (Falso y mil veces falso. Sólo la sufrirán los inmigrantes, los negros, los maricas, los abortistas, los ateos, los republicanos, los obreros y los pobres. Los españoles de verdad no tienen de qué preocuparse).

.- En un principio fue el Verbo. (En realidad, se sospecha que, más que un simple verbo, lo que Dios dijo al ver su creación fue: ahora sí que la he liado parda).

miércoles, 17 de noviembre de 2010

A MI MANERA

Abraham tiene ciento diez años. Fatigado y achacoso, conserva, sin embargo, la fe en su Dios como el primer día. Últimamente sufre visiones escandalosas, visiones que lo sacan a las tantas de la cama gritando consignas contra los infieles: ¡a por ellos, oé, oé!, o clamando el nombre de Dios en vano a los oídos titilantes de las estrellas. Los esclavos andan de los nervios, pero no dicen nada, que para eso son esclavos como Dios manda. La que está que se sube por las paredes de la tienda es Sara, su mujer, pero se muerde la lengua por no armar un espectáculo. 

Por eso, cuando el viejo Abraham comunicó a toda la familia que había recibido en sueños la orden de marcharse a tierras de Moira para celebrar un sacrificio, todos lo celebraron, aunque en un silencio respetuoso. Todos menos Isaac, el menor de sus hijos, al que el viejo había ordenado que lo acompañara. 

El crío quiso protestar, pero su madre le dijo: y a ti qué más te da, y el chico se vino a razones, porque en aquellas fechas ni había botellón ni happy party y los fines de semana eran más bien un coñazo, con perdón. De modo que a Isaac no le hacía gracia la idea de pasar el viernes noche con el viejo, pero obedeció. Y eso que un esclavo joven y con una sola oreja le vino a mitad de la noche a contar que el verdadero propósito de Abraham era sacrificarlo a Dios, tal y como le había ordenado un ángel en una visión. Los jodíos ángeles siempre fastidiando a la juventud. Isaac se acojonó, pero no dijo esta boca es mía. Sencillamente se acostó y se puso a maquinar un plan. Eran otros tiempos y los planes de estudios aún no habían maleado las neuronas de los niños, de modo que una noche en vela daba para mucho, como se verá.

A la mañana siguiente, Sara y el resto de la tribu contempló en silencio la marcha del patriarca. Esto le faltó a Abraham de ponerse a llorar cuando vio los rostros compungidos de su pueblo, pero se contuvo, no fuera que Pérez Reverte luego se cachondeara de él en los papeles. Saludó con temblorosa mano, y salió de la aldea. Ni un quilómetro llevaban recorrido cuando se escuchó el sonido estridente de las chirimías, las fanfarrias y los timbales. Abraham, con el corazón ingenuo de los tiranos, pensó que entonaban cánticos rogándoles al Señor que lo devolviera sano y salvo, y sintió agradecimiento en su corazón. En realidad, la música era una licencia que Sara concedía a los esclavos para festejar el alivio de unos días sin estrés.

En la tercera jornada de camino, divisaron el lugar que en sueños Dios le había indicado. Abraham ordenó a los criados que se quedaran junto al asno y obligó a Isaac a que lo acompañara monte arriba.
.- Padre mío, dijo el niño.
.- ¿Que si he “comío”?, sí, hijo, gracias.- dijo Abraham, dando claras muestras de decadencia física.
.- No padre, que digo que llevamos el fuego y la leña, pero no veo el cordero del holocausto por ninguna parte.- gritó Isaac.
.- Tú métete en tus asuntos y déjate de cachondeo.
Así fue como llegaron al lugar idóneo para el sacrificio. Abraham levantó un altar, hizo subir allí a su hijo y luego lo ató de pies y de manos. Corría una brisa casi primaveral, pero Isaac sudaba como en pleno Julio. Alargó Abraham la mano y empuñó el cuchillo para degollar a su hijo. En ese momento se oyó una voz entre los zarzales:
.- Detente, Abraham.
.- Más fuerte, más fuerte.- dijo Isaac.
.- ¿ Qué dices, hijo?
.- Suerte, maestro, suerte. Sólo eso.
.- Detente, Abraham, detente.- tronó ahora la voz, con un esfuerzo tan manifiesto que casi soltó un gallo.
.- Heme aquí, dijo Abraham arrodillándose.
.- Anda, anda, suelta ese cuchillo y no hagas una barbaridad.
.- ¿Cómo dices?
.- Que no levantes el brazo contra tu hijo, pues ahora sé que eres temeroso de Dios y ni tu propio hijo me has negado.
.- En eso tiene razón, ahí te ha dado.- dijo Isaac.

Alzó Abraham los ojos y vio que había un carnero enredado por los cuernos en la maleza. De haber tenido menos años, el que el carnero luciese sobre el lomo un tatuaje idéntico a los corderos de su propiedad quizás le hubiese sorprendido, pero Abraham estaba demasiado mayor y demasiado excitado para tales menudencias. Llegóse a él Abraham, lo apresó y lo ofreció en holocausto. Eso sí, un poco disgustado con la poca atención que prestan los jóvenes a las viejas tradiciones, porque mientras él mataba al cordero, su hijo se entretenía en regatar no sé qué servicio con un esclavo al que le faltaba una oreja. Cosas de la gente joven.

lunes, 15 de noviembre de 2010

QUÉ CRUZ (LA DE AQUEL DÍA)

CRUCES CON LAS QUE UNO CONVIVE, MUY A SU PESAR



  1. Qué cruz de gente que dice: No, si yo socialista soy como el que más, pero a la Cruz, al Papa, al Rey, a la Banca, que no me la toquen que me cago en los muertos de cualquiera. Chico, tú no eres socialista, tú lo que eres es un ansioso, ¿qué vas a dejar para la derecha?
  1. Qué cruz de este remordimiento que me produce desayunarme cada día con la llantina de los pobres bancos que este trimestre sólo han ganado seis mil millones de euros. Dan ganas de poner la voz de Matias Prat y decirles:  iros al carajo a ver si reventáis (ese es mi sueño, y cada día el de más gente).
  1. Qué cruz de esos tipos que juegan a confundir al personal. Pienso, por ejemplo, en Sánchez Dragó y esa manía suya por ponerse en plan Hawkins a confesar en la vejez su afición por los agujeros negros asiáticos. Coño, decídete: o eres de ciencias o de letras, pero no nos líes.
  1. Qué cruz de no tener un fondo económico europeo que palie los estragos que causa la dislexia entre la clase política. Con un poquito de ayuda a lo mejor los pobres dejaban de confundir “progreso” con “darla con queso”. Algunos hasta creen que “demo-cracia” significa “demos-gracias-que-aún no nos pillaron”. Haga una prueba: cuando pase junto a un político dígale como quien no quiere la cosa "democracia", verá como le suelta un “de nada”, y se queda tan fresco.
  1. Qué cruz de los que creen que renovar la enseñanza pública consiste en que cada año los libros de texto cambien de editorial.

sábado, 13 de noviembre de 2010

SIMBOLOS


Cuando la mente se pone perezosa construye símbolos. En Cervantes no cabe toda la literatura española como en The Beatles no caben todo los sesenta ni en una paella cabe España entera, por más que se empeñen los restaurantes de la costa. Los convertimos en símbolos para no profundizar en literatura, en música ni en culinaria. 

Por eso creo yo que cuando hablamos de la guerra de los crucifijos lo que queremos decir en realidad es que, para no entrar en debates serios, nos andamos por las ramas de los símbolos. Porque un crucifijo, si se mira bien, es a la religión lo que la paella a la cocina española: un palo que cualquier cocinilla conoce pero que cada uno entiende a su modo. Para unos representa el sacrificio y el amor y para otros la represión y el fanatismo, del mismo modo que unos ven en un plato de paella el colmo de la exquisitez y otros una horterada para turistas. 

Dudo que sea serio, y hasta dudo que sea religioso, considerarse más cristiano por tener colgado en la pared un crucifijo, del mismo modo que no sería serio que para dar testimonios de nuestra españolidad tuviéramos que colgar en el salón de plenos de los ayuntamientos la estampa de un plato de paella. Lo que quiera que signifique un crucifijo es, o debería ser, íntimo, sincero y personal. Y si uno cree que por pedirle deseos a la imagen de un hombre crucificado se convertirá en inmortal después de muerto, allá cada cual. Pero eso nada tiene que ver con la cosa pública ni con la enseñanza pública ni con la sanidad pública. 

En mi humilde opinión, hay que seguir profundizando en el asunto de los símbolos hasta llegar a ver en un crucifijo un simple pedazo de madera y en un hombre un simple pedazo de carne que más se aproximará a la luz cuanto más se aleje de los símbolos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

TINIEBLAS

Después de las tinieblas espero la luz. Esta frase ha servido para reconocer una Edición Príncipe del Quijote que dormía una modorra de siglos. Me gusta la frase. Evidencia una ironía y una confianza en sí mismo que son como un escupitajo arrojado contra quienes le amargaron la vida. Lástima que a Cervantes la luz le llegara cuando ya tenía los ojos comidos por los gusanos de doscientos años de olvido. Conozco a pocos que en medio de las tinieblas sean capaces de intuir la luz. Tal y como están las cosas, ya es mucho si cuando ves la luz entre las tinieblas no es un automóvil que se te viene encima.

Yo no sé si la época actual es de sombra o de luz, pero presiento que siempre vivimos la misma época, varados en nuestra condición de seres con el norte perdido. La mitad del mundo se escandaliza de las caricaturas que de ellos hace el otro mundo. Con lo fácil que sería entenderse si nos enseñaran que ningún Dios nos hizo como calco de su imagen, sino, poniéndonos positivos, como caricatura de sí mismo. Debería bastar con mirarse al espejo. Pero algo debe haber en todo este asunto de fomentar las tinieblas que les trae cuenta a unos y a otros.

Se dice que hubo un tirano en Libia llamado Psafón que enseñó a los loros a decir “Psafón es un gran Dios” y luego los soltó por la selva. Cuando los nativos escucharon el prodigio les entró el miedo en el cuerpo y adoraron a Psafón como a un verdadero Dios. Ahí tiene usted la palabra clave: el miedo. No hace mucho unos científicos encontraron una isla en Nueva Guinea y enseguida supieron que aquellas eran tierras vírgenes porque los animales no conocían el miedo al hombre. Ya lo irán conociendo. Deles tiempo. Aprenderán lo que es el hombre, el miedo y las tinieblas.

ARCO DEL TRIUNFO



Paco Suárez, huyendo del agobio que le causaba su trabajo como vendedor de productos de todo a cien, se hizo budista y se entregó a la fatigosa tarea de los ejercicios yóguicos y a la meditación trascendental, esa que tiene como objetivo detener el zigzagueo del pensamiento. 
 Como Paco Suárez, además de místico, era extremeño de nacimiento y de vocación, se entregó con tal fervor a la causa que a la vuelta de pocos años consiguió su objetivo. Detuvo el zigzagueo de su pensamiento. Pero tanto lo detuvo y tan brusco fue el parón, que ya nunca más encontró el modo de ponerlo en marcha.   

Su éxito fue grandioso y su triunfo tan sonado que los compañeros de manicomio le mostraban su respeto usando la socavonadura de su labio inferior como cenicero.

lunes, 8 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE MAMBRÚ

Después de tanto tiempo no recuerdo sus nombres, aunque sí sus rostros y hasta me parece oír el murmullo de sus rezos en la oscuridad de aquellas noches.
Estábamos los cuatro en la trinchera, asustados, nerviosos, perplejos ante un destino que no acababa de clavar su metralla en nuestras carnes, casi adolescentes. El cabo, como si quebrando el silencio venciera al miedo, se inventó un juego macabro: cada uno de nosotros tenía que contar en qué modo le gustaría recibir a la muerte. Puede que ahora parezca una estupidez, pero, en esos instantes, la muerte era el único pensamiento posible y todos, sin excepción, secundamos el juego. Uno dijo que quería acabar fulminado bajo un obús, sin tiempo para el dolor ni la cobardía. Otro, por el contrario, pretendía sostener la mirada a la muerte hasta el último instante. Yo, por mi parte, no oculté mi miedo a morir, cualquiera que fuese la forma; pero, puestos a elegir, prefería una muerte honrosa y rápida, como la que proporciona un proyectil en la frente. Por último, estaba aquel soldado taciturno y sombrío, con el color de las mieses pintados aún en las pupilas. Apenas si sabía hablar mejor que una mula, pero en su lenguaje tosco nos confesó un profundo desapego a la vida, a la que odiaba con la fuerza de los desheredados que han visto todos los horrores de la guerra. Tan sólo sentía pánico por una cosa: el dolor. Y para huir de él, en cada asalto, se ataba una pequeña pistola en la mano, por si caía herido o prisionero.
Aquella terrible confesión nos amordazó a todos durante el resto de la noche. En el breve fulgor de los cañonazos yo contemplaba sus rostros demudados y el triscar silencioso de los labios, orando a dioses antiguos.
Por fin oímos el silbato del sargento ordenando avanzar, y abandonamos el sucio agujero gritando como posesos. Después de un momento de confusión, de balas, bombas, gritos, me parapeté tras un risco junto a otros camaradas. Y de repente el silencio. Y de repente unos gritos inhumanos, desgarrados. Me asomé con cautela y vi una pistola atada a un brazo desencajado y sangriento. Pero a mi compañero no pude verlo. Solo sus gritos, en los que no había palabras, sino un aullido terrible y animal. Más de una hora estuvimos soportando aquel lamento horroroso hasta que, vencido por el asco y la piedad, corrí hacia su trinchera. Allí estaba el pobre campesino, como un guiñapo humano, destrozados los brazos y las piernas, aullando sin percatarse de mi presencia, ciego de dolor. 
Sin mirarle a los ojos, palpé su sien con mi fusil, y dejé que el amanecer naciera en silencio.


De Esa extraña familia de la que te hablé 

El circo

Si usted mete el nombre de George Clarke en Google se encontrará con una historia verdaderamente fascinante. Se trata de un joven restaurador de cine que, analizando con un zoom especial la película El Circo , de Chaplin , ha descubierto, mezclada entre la multitud, a una misteriosa señora de negro, con un gran sombrero ocultándole buena parte del rostro, hablando por un aparato que tiene toda la pinta de ser un teléfono móvil. Nada extraño, si no fuera porque la imagen está tomada a las puertas del Grauman´s Chinese Theatre de Hollywood, en 1928. El restaurador está tan alucinado con este descubrimiento que ya lo llama, sin ambages, la primera constatación de un viaje en el tiempo. 
Yo he visto el video y no sé qué pensar. En estos tiempos tan falsos, igual resulta ser el montaje de unos friquis informáticos que una encubierta campaña de publicidad. Pero me encanta la idea de un futuro donde la gente vaya de crucero por el tiempo con la misma tranquilidad con la que hoy en día visitamos las ruinas del Mediterráneo. Igual a estas horas alguien está pagando para ser testigo de la inauguración de la torre Eiffel, que tuvo lugar un 6 de noviembre de hace muchos años; o por asistir, en un 6 de noviembre más cercano, al primer concierto de los Sex Pistols. Quién sabe. Puede incluso que estén en España, testigos de primera mano de cómo los primitivos hombres del siglo XXI hacían cola ante un anciano de blanco que se decía representante de Dios en la tierra y que siendo cabeza de la secta más ostentosa y clasista del planeta, predicaba la igualdad y la pobreza. No se fie: si caminando por la calle descubre una figura solitaria que ríe pOr lo bajo mientras lee las noticias de la prensa, cuidado: puede ser un turista del futuro.

jueves, 4 de noviembre de 2010

EL MISÁNTROPO

Cuando niño temía el vaivén desbocado de los columpios y recogía mis rodillas entre el pecho por miedo a golpear con las punteras de los zapatos el lomo de las estrellas. He ido arrastrando ese gesto compungido y medroso por los años como Caín su estigma fratricida por el mundo. He sido siempre una sombra taciturna: el que mira con recelo los juegos atrevidos de los demás niños; el adolescente educado que sonríe a la portera, pero que a la vuelta de una esquina apedrea a los perros lujosos que salen en la noche a mearse en los templos; el joven misántropo que descifra la prosodia húmeda de los besos que siempre dan otras bocas de otros cuerpos de otros hombres y disimula su turgente lascivia con el rostro adusto de los tímidos.

Y el miedo me condujo al odio. Odiaba al mundo porque el mundo es despiadado con los cobardes. Me odiaba a mí mismo por no encontrar el coraje suficiente para tejer una venganza proporcionada a mi odio. Y mientras tanto, me resarcía ayudando a cruzar las aceras a los ancianos y a los ciegos, a los que atenazaba el brazo con tal rabia que los depositaba en la otra orilla preñados de moretones. Y por las noches, incapacitado para navegar sobre océanos de carne, me hice navegante de Internet. Allí descubrí que los hijos de Caín somos legión. Que el miedo y el odio campeaban sobre una multitud soterrada y ansiosa de resarcirse de una vida condenada al fracaso por la aptitud pusilánime de los optimistas.

Entonces fundé www.misántropo.es.- la Asociación para la Venganza de los Misántropos. Y a mi grito de combate acudieron a cientos, a miles, los solitarios y resentidos. Por fin, organizados, ascendimos a los puestos que por derecho nos pertenecían. En un principio, humildes presidentes de asociaciones de vecinos, concejales de parques y jardines; más tarde, alcaldes, consejeros, ministros, hasta que, gracias al esfuerzo y la ayuda de todos ustedes, amigos y amigas, he llegado a Presidente del Gobierno.



del libro Esa extraña familia de la que te hablé

miércoles, 3 de noviembre de 2010

RENTABLE METAMORFOSIS

José Pérez, también conocido como maestro Vashidenanda, llegó a tal perfección en el arte yóguico de la postura del loto que sus alumnos sólo por el olor reconocieron que llevaba tres días muerto. Al tocarlo, se deshizo como una estatua de arena y, efectivamente, el menos devoto de sus discípulos, al llevarse los dedos a los labios, llegó a afirmar que aquella sustancia no podía ser ceniza como los demás pretendían, sino común arena de playa. Ni siquiera le escucharon cuando, llevado de su audacia, se empeñó en poner una demanda judicial contra el Vashidenanda, afirmando, con razones de heterodoxo, que la milagrosa metamorfosis del maestro tenía cierta relación con la súbita evanescencia del capital social de la secta, que, dicho sea de paso, era un pico.
Ni qué decir tiene que los píos discípulos no sólo obviaron tales argumentaciones calumniosas, sino que lo echaron de la comunidad como a un perro y, ahítos de orgullo espiritual, cambiaron el nombre de la secta, pasando de Hijos del Penúltimo Sol a Testigos de la Iluminación de Vashidenanda el Grande. Desde entonces, cada cierto tiempo, el reprentante de Vashidenanda en la tierra desaparece de forma milagrosa y súbita, casi siempre coincidiendo con la desaparición del capital social, dejando, eso sí, una esfigie de arena. Otra cosa no tendrán en el mundo de las sectas, pero admitamos que las tradiciones las llevan a rajatabla. 

lunes, 1 de noviembre de 2010

Billete a un desprevenido


Lozana y tersa la ves, huele a rosas,
sabe a albérchigo y a telera de trigo,
pero si la despojas de fanfarrias,
las tetas le eclipsan el ombligo,
le emanan de los hocicos dulzores
de letrina; es corva, cegata y tosca,
habla mucho y mal, y acuden señores
a su cama, como a la mierda las moscas.
Yo he visto su rostro lleno de cremas,
corrupto su sobaco en lobanillos,
sé, mejor que otros, el valor de esa gema
que tú compras a fuer de baratillo.
Te advierto, compadre, que es trapo sucio,
no quiero luego lágrimas tardías:
tomas por yegua lo que no es ni rucio.
Avisado vas. Con Dios, buenos días.

Del libro Zorra mía. Diario de un poeta recién divorciado 

RELATOS DE INMORTALES

He leído por vez primera a Paul Anderson, Relatos de inmortales. Entiendo que haya lectores que encuentren entretenidas estas lecturas. Yo admito que me aburro. No voy a negarles su mérito, pero me cansa tanto vikingo, ese fluir inagotable de sangre, ese extasiado galanteo con los rituales paganos. Detesto a los que se creen modernísimos sólo por suplir el ritual católico por otro igualmente añejo, sólo que de nombre exótico.
Yo sigo prefiriendo las fábulas coloristas y amables de Cunqueiro, con su rico verbo y su alegre bien vivir, a toda la estirpe del Señor de los Anillos y a la genealogía pseudo-celta de Anderson. Demasiada violencia. Todo está ensangrentado y hasta los protagonistas parece que lo que realmente buscan es que el autor tenga piedad de ellos y los mate de una vez. Quizás por eso mismo sea por lo que triunfe esta épica de poca monta mientras que permanecen en el olvido las de Cunqueiro. Las de Anderson y Tolkien huelen a hierro y sangre, las del gallego a humo de candela donde al amparo de una agradable conversación se asan pacíficamente unas tórtolas. Cosas de los tiempos:hoy hay adoración por las hamburguesas. Ya nadie apetece las tórtolas. Ni las conversaciones.

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