quédese con el cambio: marzo 2014

BARRA DE TITULO

sábado, 29 de marzo de 2014

DESNUDANDO A LOS CLÁSICOS

Un español entró en la Galería Uffizi de Florencia, se colocó ante El nacimiento de Venus de Botticelli, se desnudó, se arrodilló ante el cuadro e hizo llover sobre su cabeza pétalos de rosas que iba sacando pausadamente de una bolsa del Carrefour. La gente, acostumbrada a extravagancias de mayor calibre, se lo tomó con naturalidad, pensando que contemplaban algún espectáculo patrocinado por la galería. Pero en menos de lo que se tarda en escribir “trastorno límite de la personalidad”, aparecieron unos guardas y se llevaron al tipo. Dicen los testigos que mientras lo arrastraban a comisaría gritaba “esto es poesía”. Los guardas, sin embargo, aunque eran varios, decían a la par “esto es una gilipollez”, con lo cual mostraron, si no predisposición para las vanguardias, sí al menos una unánime discrepancia con el poeta.  

sábado, 22 de marzo de 2014

LA IMAGINACIÓN DEL PODER

Dicen que el hombre es un animal racional. Tururú. El hombre es por naturaleza un animal imaginativo. Que me explique alguien qué tienen de razonable el dinero, las fronteras, las religiones, el capitalismo, el comunismo, las guerras y los programas  de Jorge Javier Vázquez. La que sí es un animal racional y aburrido es la Naturaleza, que para que una manzana se le caiga de un árbol necesita que alguien le monte una fuerza gravitatoria. Así cualquiera. A nosotros se nos cae una manzana o un sistema económico y se lo achacamos a la herencia recibida o a lo malo que está todo. En lo que nunca vamos a incurrir es en la vulgaridad de refugiarnos en la razón. Con la razón en la mano no habría ni hambre ni guerras ni Putin enseñando pectorales en las aguas del Ártico. Un aburrimiento. A nosotros nos va más sacar del inagotable fondo de armario de nuestra fantasía unos designios divinos con los que justificar que la mitad de la humanidad se vea obligada a saltar las vallas del hambre que le impone la otra mitad antes que inventar un sistema razonable de convivencia. Admitámoslo, somos más de racionamiento que de raciocinio. Y no es una anomalía que nos ocurra de ahora. La traemos de fábrica. Cuando los hombres primitivos se percataron de que la aurora se adentraba cada mañana por los bosques y que después de unas horas de jubiloso esplendor se la tragaba la noche para volver al día siguiente a empezar el eterno juego, no dedujeron un sistema astronómico razonable, inventaron Caperucita Roja y el lobo feroz.

sábado, 15 de marzo de 2014

LA REVOLUCIÓN DEL BARRO

Que el  hombre es cosa relativa y de poco precio lo sabemos desde Adán. Con la de materiales que debía haber en los bufetes del Paraíso y el Creador nos hace el chasis de barro. Ni condesador de fluzo ni aleación de metal ligero. Barro. Sin embargo, de este barro efímero y ajeno hacen algunos su mina de oro. En España hay trescientas mil prostitutas declaradas.  Después del tráfico de armas es el negocio más lucrativo en el mundo, por delante del narcotráfico. Más de dieciocho mil millones de euros nos gastamos anualmente  los españoles en visitar locales donde el barro es siempre femenino y preferentemente extranjero

domingo, 9 de marzo de 2014

NADIE GANA, Jack Black

NADIE GANA,
JACK BLACK
Ediciones Escalera, 2009
Traducción Pilar Alvarez Sierra 

                                EL MAESTRO DE LAS MALAS DECISIONES

Nadie gana es el título de una vieja novela a la que he llegado con un siglo de retraso. Confieso que me tiene maravillado. Es una autobiografía, y yo no soy lo que se dice un amante del género; casi siempre están concebidas como un enjuague de conciencia o como un disfraz. Ahora están muy de moda las autobiografías de personajes célebres. Desconfío. Algo te quieren vender. Las de Zapatero, Aznar, Ibarra o Belén Esteban copan los mejores lugares en los estantes de las librerías. Son un nuevo género de ficción. 

Pero Nadie gana, escrita hace ahora cien años por un ratero de poca monta que firmaba con el sobrenombre de Jack Black,  está libre de sospecha. El tiempo la ha redimido. Sobrevive por lo sobrecogedor de lo narrado y por el modo vigoroso de contarlo. Nos interesa porque emociona. Desde la firma. Escondió durante toda su azarosa vida su nombre verdadero por una cuestión de cortesía. Al parecer, compartía nombre con su padre y, siendo él como era un ladrón y un adicto al opio, asiduo a las cárceles de Estados Unidos y Canadá, no encontró mejor modo de proteger la memoria de su padre que creándose un alter ego, Jack Black. Así, al menos a su parecer, nunca quedaría su nombre estampado en una ficha policial ni asociado al mundo de los hampones. 



sábado, 8 de marzo de 2014

TRUE DETECTIVE Y BAROJA

Cuando estoy fuera de España quiero convencerme de que nuestro país no está muerto para la civilización; que aquí se discurre y se piensa, pero cojo un periódico español y me da asco; no habla más que de políticos y de toreros. Todo lo anterior,  palabra por palabra, está sacado de El árbol de la ciencia, novela escrita por Pio Baroja recién nacido el siglo XX. Y me he acordado de Baroja no por lo que estas líneas puedan tener de actuales, que lo tienen, sino por lo barojiano que le ha salido a los guionistas americanos ese personaje fascinante que interpreta Matthew McConaughey en la serie True detective, tan de moda.

sábado, 1 de marzo de 2014

ENTRE LA ESPADA Y LA TELEVISIÓN


Hace años que no veo televisión. La última vez que vi un telediario, el hombre del tiempo era Mariano Medina. No lo digo por hacerme el estupendo sino para que se entienda el desenfoque entre mis ojos y la actualidad. Al menos, si hablamos de esa actualidad que se vende por la tele. La polémica suscitada por el programa de Évole ha avivado el debate. ¿Es la televisión un medio fiable? O, mejor aún, ¿dispongo de herramientas adecuadas para defenderme de enemigo tan poderoso? El asunto sería una tontería si al hablar de televisión no habláramos del generador de cultura más importante de nuestro tiempo. Como dice Homer Simpson, hoy en día, entre la tele e Internet, los hijos se te crían solos. Ningún libro, ningún filósofo influye en la opinión ciudadana ni la milésima parte que un programa de televisión de regular audiencia. Lo cual es tremendo si tenemos en cuenta que la salud de una democracia se basa en la calidad del poder de decisión de sus ciudadanos. Da escalofríos pensar que somos plastilina en manos de gente a la que, a fin de cuentas, sólo interesa la cuenta de resultados.

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