quédese con el cambio: agosto 2016

BARRA DE TITULO

martes, 30 de agosto de 2016

APLAUSOS, LIKES Y RETWEETS



Cayó el telón sobre la 62 edición del Festival de teatro clásico de Mérida. Tantas funciones, tanto esfuerzo, tantos nervios, y estoy por asegurar que el galardón más valioso que se han llevado a casa actores, directores, músicos, técnicos y escritores, será el aplauso que el público haya obsequiado a sus respectivas obras. Un teatro unánimemente puesto en pie para aplaudir una función divertida o un drama emocionante es el mayor premio que recibe un artista, sea cual sea su modalidad. Pero es que el público mismo, envuelto en la magia de ese aplauso colectivo, se siente partícipe de un rito superior al espectáculo en sí. Un rito sentimental, sobrecogedor, y antiguo. Pero, ¿cuánto de antiguo? 
 
El acto en sí de festejar con ruidos un hecho o a una persona loable es tan antiguo como la misma humanidad, y es imposible determinar su nacimiento y origen. Lo que sí sabemos es que la palabra ovación proviene del término latino ovatio, y que Corominas la define como “triunfo menor, que concedían los romanos por una victoria de no mucha consideración”, mientras que aplaudir tiene su origen en la voz latina applaudere, derivado de plaudere, que significaba 'golpear'. Pero, ¿golpear qué? Al decir de muchos expertos, applaudere señala el acto individual de golpear con afecto y mimo las espaldas del que se quiere agasajar o agradecer un acto loable. Así, pues, el aplauso sería la culminación de una metáfora, un modo ingenioso y poético de suplir con la propia mano las espaldas del agasajado. Por otro lado, es el homenaje individual convertido ya en premio colectivo y atronador.

sábado, 27 de agosto de 2016

HISTORIA DE LA CARA

 Historia de la Cara

Para referirnos a esa parte de nuestra anatomía que va, por un lado, desde el mentón hasta la frente y por otro, de una oreja a la contraria, podemos, según los contextos, usar la palabra cara, rostro, semblante, faz, haz, jeta, e incluso fisonomía o, si nos ponemos muy estupendos, el galicismo visaje. Flores lingüísticas de eso que se ha dado en llamar un campo semántico. Pero en este campo no todos los frutos tienen el mismo origen ni el mismo valor. Nadie que pretenda ser galante dice de otra persona que tiene una hermosa jeta, ni para echar a suertes decimos al arrojar la moneda: ¿rostro o cruz? Cada palabra ocupa su particular espacio y dispone de su propia autoridad o reputación. Y su propia historia.

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