1.
A la muerte de un familiar la familia procede al
lavado del cadáver, se le viste con sus mejores galas y es coronado con flores
o con un turbante por las mujeres de la
casa, donde era llorado por los deudos, las mujeres y las plañideras, pudiendo
ser éstas alquiladas o forzadas, como lo fueron las troyanas ante el cadáver de
Patroclo.
2.
Durante uno o más días se expone el cadáver a
los ojos de los vecinos y amigos, costumbre que recibe el nombre de próthesis. Acabada la exposición se
transporta el cuerpo en procesión a las afueras de la ciudad, donde será
inhumado o cremado. A esta procesión se la denomina ekphorá. Antifonte. Platón, Las Leyes 960 a.
3. Tras la cremación se recogían
cuidadosamente los huesos, se juntaban y se encerraban en una urna.
4.
Los enterramientos individuales, tras la cremación
del cadáver en la pira fueron aprovechados por las familias nobles para,
tratando al muerto como algo más que un individuo mortal, incrementar su poder
y prestigio político-social. El trato dado al muerto repercutía, sin duda
alguna, en el prestigio de su familia: a mayor boato de las honras fúnebres,
mayor prestigio político-social del clan1
5.
Al enterrar al muerto, se le ofrecían regalos
que los deudos se encargaban de exhibir para mostrar su desapego de los bienes
y su particular afecto al finado. Algunos se quemaban, otros no.
6.
También se le ofrecen sacrificios de animales y
hombres. Aquiles, por ejemplo, sacrificó sobre la pira de Patroclo un buen
número de ovejas, toros, caballos, perros y doce cautivos troyanos.
7. Antes del sacrificio se arrojaba sobre la víctima y sobre el altar unos granos de cebada y se la rociaba con agua lustral.
8.
A continuación se celebra el banquete que
reanimaba y reconfortaba los vivos que habían sobrevivido al deudo muerto. Y,
luego, se celebraban concursos o competiciones
deportivas, llamados agônes, los
cuales también podían ser poéticos, como los que Hesíodo recitó en la
celebración de los juegos funerarios en honor de Anfidamante de Calcide. A partir del siglo VII a. C. en torno a los santuarios se celebraban
juegos funerarios en honor de los héroes a los que en ellos se rendía culto. Se
institucionalizan así los juegos panhelénicos.
9.
Hacia el siglo IV a.C. ya no se incineraban los
cuerpos sino que se inhumaban. No obstante, es más que probable que se
inmolaran e incineraran ciertos animales en honor del muerto.
10.
Sobre el muerto se imponía una lápida, un sêma,
una señal o marca destinada a indicar su paradero por toda la eternidad.
11.
Los deudos estaban obligados a honrar y cuidar
esta tumba y la memoria del difunto llevándole ofrendas al tercer día de su
muerte, al noveno día, al cumplirse la treintena, y luego una vez al año.
12.
La nekysia
era el día dedicado a la memoria de los muertos. La genésia, el dedicado a la memoria de los padres y antepasados
muertos.
13.
Una tumba era lugar sagrado. Si te postras ante la tumba de
alguien en posición de suplicante, sería una impiedad arrancarte de ahí, aunque
seas un delincuente.
1
La mitología griega: lenguaje de dioses y hombres. Antonio López Eire. María
Henar Velasco. Arco Libros, 2012.
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