quédese con el cambio: EGO Y YO, Yolanda Regidor

BARRA DE TITULO

lunes, 8 de diciembre de 2014

EGO Y YO, Yolanda Regidor

EGO Y YO
XXX Premio Jaén de novela 2014
Editorial Almuzara
YOLANDA REGIDOR


1.     César Vallejo supo que moriría en París, con aguacero, un día del cual tenía ya el recuerdo. Y es así. Es como un flash. Se sabe. Lo sabía el poeta entonces y lo sé yo desde hace tiempo, desde aquel instante junto a mi amigo; porque cuando vi cómo miraba a su padre colgando de aquella soga supe exactamente cómo iba a morir.

2.     Contar conmigo. Ahí, justo en ese momento, supe que era una batalla perdida la de mi madre. Él contaba conmigo. Y yo tenía la necesidad de contar con alguien. Eso, ese sentimiento, solo se da cuando piensas, cuando sabes que podrías ser tú el necesitado, antes no; antes el asco ocupa más terreno que la lástima, no hay caridad real.

3.       Para ella, si se quería conseguir alguna cosa, había de ser necesariamente sacrificando otra (...) Era mi madre, y los hijos son de las madres. Y punto. Sangre de su sangre; y no hay sangre en el semen.

4.       Dicen que los que no sienten culpa son irresponsables; como la culpa nunca es suya, pueden hacer lo que quieran, pero también lo que se les mande, bueno o malo; así, de esa forma, también se hacen manejables. Eso es el cabo, pero todo el mundo calla el rabo: ese otro extremo en el que están los mártires de un inculcado sentido del deber, continuamente afligidos por el miedo al sentimiento terrible que trae el pecado de incumplir, esos sí que no se atreven a mear fuera del tiesto durante un tiempo, el tiempo justo hasta la llegada de otro déspota con usos más relajados.

5.       Platón era un flipado que únicamente veía sombras. No te fíes de alguien que ve sombras; sombras escindidas de un ser hermafrodita, nada menos.

6.       Tú que eres el sensato, dime, ¿se puede amar para siempre –me preguntó-. ¿Tú qué crees? Sí –contesté-. Ahí tenemos al amor propio, ¿no?


7.       La vida es solo un defecto de la muerte. Hay que subsanarlo; pero como cualquier error, la vida es terca, se impone hasta el final. Solo los más fuertes la superan.

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