Desigualdad y
Derechos Sociales.
Así se llama el informe de Cáritas Española para el año 2013. Lo que se dice en
ese informe ni es nuevo ni nos pilla por sorpresa, pero sí es revelador:
durante la crisis económica, las personas con rentas más bajas han visto caer
sus ingresos hasta un 5%, mientras que los de las rentas más altas han
aumentado un 7% en el mismo periodo. Los pobres, entre la espada y el
amotinamiento; los ricos cada vez más cerca del paraíso. A esto Cáritas le
llama “riesgo de fractura de la sociedad española”.
Sólo que yo me
pregunto si este riesgo no es ya una realidad y si esta fractura será sólo
económica o afectará a algo más grave, más profundo, más humano. No sé. Pero
ayer paseaba yo por Cánovas, en pleno corazón de Cáceres, y en menos de
doscientos metros tuve que sortear a tres o cuatro hombres pidiendo limosnas.
Tampoco es que esto
sea nuevo, lo sé. Lo novedoso era la leyenda con la que encabezan el resumen de
sus desgracias, escritas en triste caligrafía sobre un cartón. Soy español. Así
empezaban los tres. Luego, claro, entraban al menudeo. Que si estaban enfermos
de esto o de aquello. Pero el que un mendigo aporte su nacionalidad para mover
a compasión me pareció significativo. O te están advirtiendo de que su miseria
es fruto de una fatalidad, como si te dijeran: miradme cómo me veo por ser
español, por confiar en el sistema español, abandonado en la cuneta, como un
perro. O
sencillamente te estén advirtiendo de que su desgracia es auténtica, que no son
profesionales de la mendicidad, como ciertos extranjeros. En ambos casos me
pareció deplorable. Una especie de segregación entre miserables.
Me acordé de aquel
viejo lema revolucionario, Obreros
del mundo, uníos, y de pronto el cartel de estos nuevos pobres se me
presentó como la constatación de la victoria definitiva del capitalismo. En
realidad, los lomos de las farolas hace tiempo que venían tatuándose con
pequeños cartelitos que deberían habernos puesto sobre aviso. Chica española se
ofrece para cuidar ancianos. Matrimonio español se ofrece para servicios
domésticos. Cosas así. No sé cómo llamarán a esto los de Cáritas. Pero yo lo
percibo como una fractura en toda regla.
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