A
poco que te descuides, a través de las rendijas de las puertas o por
los quicios de las ventanas o pegada a las suelas de los zapatos, se
te cuela por la casa el perfume insoportable de la crisis y la
desolación. Las páginas de los periódicos son epitafios de una
época caduca y muerta, los canales de televisión son las trompetas
de Jericó, las charlas de los bares son un canto al desánimo. No se
habla de otra cosa. Todo huele a grisura y abatimiento. Ahí fuera
huele mal y huele mucho. Y cuando huele a algo en demasía, escribió
Cela, el éxito no consiste en oler más fuerte sino en oler
distinto. Esto es lo que uno pensó la otra noche al recalar en la
inauguración del proyecto La Huerta Sonora, un proyecto valiente y
simpático, al cual bastará para describir su naturaleza distinta
subrayar que nace en tiempos en los que no nacen proyectos.
Pablo Tron a los mandos |
La
idea es bien sencilla. Sencilla e ingenua: por eso es brillante. Un
músico extremeño –José Trejo, alias Estréss-, acondiciona la
casa de campo que sus padres poseen en Puebla de la Calzada para
levantar en ella un estudio de grabación. “Dicho así parece
cualquier cosa --nos confiesa el propio José Trejo-, pero lo que
pretendemos es convertir el sitio en casa rural para artistas, un
centro de creación y de retiro, un lugar donde el artista encuentre
paz e inspiración y, por supuesto, la tecnología pertinente para
dar cumplimiento a sus sueños”. Y el sueño, claro está, es la
música. Hacer discos con un sonido auténtico y de calidad a unos
precios asequibles, sin que para ello el músico se vea obligado a
abandonar la región. “Por el contrario, lo que nos gustaría
-asegura Trejo- es que La Huerta Sonora carezca de límites
territoriales, que músicos de otros lugares acudan a grabar con
nosotros”.
La
presentación oficial de Huerta Sonora fue el viernes 31 de agosto.
Nosotros llegamos a la finca hacia la caída de la tarde. Un
cañaveral piloso, puntiagudo, nos recibe en pie de guerra. Huele a
tierra de labor y regadío. En el cielo hay rayones de nubes como
dejadas al azar por un piloto principiante. Ha acudido mucha gente a
la llamada. Milagro de las redes sociales. Apenas llegamos, nos
atiende el propio José Trejo. Nervioso, ojos claros, sonrisa fácil,
habla zancadilleándose las propias palabras. Todo el mundo le
requiere y él, más músico que empresario, lucha por atender a todo
el mundo a la vez y se las ingenia para enseñarnos las instalaciones
a la par que nos pone al tanto de su proyecto.
Los
productores musicales Jorge Grimaldos y Pablo Tron han acudido desde
Madrid para ayudar con su experiencia a Trejo en la parte técnica.
“Hemos intentado rodearnos de los mejores -dice el empresario-
porque este proyecto significa para mí la realización de un viejo
sueño”.
Jorge Grimaldos |
En
medio del jardín, un escenario. Para la inauguración han contado
con The Buzzos, un grupo de Quintana de la Serena que nos hace pasar
un rato más que agradable. "El sábado más cercano a una luna
llena de cada mes celebraremos una sesión de música en directo de diversos
estilos. Estáis todos invitados" dice José Trejo, alias
Estréss. La noche ha resultado magnífica. El proyecto nos gusta.
Bajo la amplia noche sabemos que hay un campo que se muere de sed.
Solo consiguen sobrevivir los árboles espinosos, las chumberas y las
jaras. Al campo le falta color, aroma. En época de crisis solo
florecen los proyectos espinosos, feos asuntos a los que solo
preocupan las cuentas de resultados. Por eso nos gusta La Huerta
Sonora. Florece en época de sequía, cuando más falta nos hace el
color, el aroma. La música.
Artículo publicado en la revista Imussic
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