Lo que más hipnotiza en esta
mujer no son sus enormes ojos negros de niña en constante proceso de
fermentación, ni esa pose de seguridad con la que asusta a los timoratos, es su
boca, grande, carnosa y elástica, con una dentadura en avanzadilla como torre
del homenaje de una fortaleza que invita al asedio. Su risa es armónica. Se ríe
en tres oleadas sonoras que son como tres golpes de pecho en una catedral
vacía. Luego, de repente, para y retoma el hilo del discurso. Me suena esta
risa. Es la risa retumbante de los tímidos. Hay risas que se construyen como
murallas o habitación del pánico a donde corremos a la primera señal de
peligro. Le delata también ese tic con el que la mano derecha martiriza el
meñique de la izquierda mientras hablamos. Dos manos pajarinas, huesudas y de
uñas cortas. Sin embargo, esta mujer pequeña, excesivamente – a mi parecer-
delgada y frágil, en cuanto percibe la proximidad del micrófono, por ese
milagro de las vocaciones irreprimibles, se esponja, se crece, se dilata, se
enseñorea. Es periodista en cada poro de su piel. Pregunta lo que quieras, me
dice, y se coloca detrás de la muralla de su dentadura inexpugnable. Hay
mujeres así, que sólo entienden la vida como un campo de batalla.
La entrevista a Sara Solomando se publica el domingo 20 de octubre en el diario HOY
...interesante, muy interesante.
ResponderEliminarMe parece que esta chica tiene un apellido muy adecuado, tanto como el Presidente del Banco Santander-
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