A todos nos llega un día en que
la vida nos deja solos ante el peligro, como a un Gary Cooper sin cámaras ni
focos, y sin sus ojos azules. Pero allí estás tú, en un extremo de la calle; y,
al otro, justiciero e implacable, el niño que fuiste una vez.
Por lo general, este niño que
fuiste, convertido ya en enemigo declarado, se suele aparecer en medio de la
noche, en un desvelo o en un insomnio, preferentemente cuando uno ha atravesado
la frontera de la mitad de su vida. Entonces, el niño desenfunda y te dispara
al corazón su terrible pregunta: “¿qué has hecho de mí?”.
Y tú, que como todos, soñaste de
crío con ser astronauta, poeta, pintor, músico, corsario de los mares del sur,
delantero centro en la Roja, torero en las ventas, el científico que salvaría
al mundo, tú que imaginaste mil veces tu careto en la portada del Hola y a tus
pectorales luciendo rotundos en el Interviú, es muy probable que te veas ahora,
en mitad de esa noche de insomnio, ante este juez riguroso, desarmado y sin
saber muy bien qué decir.
Todos tenemos, tarde o temprano,
una noche así, y un juez así. Yo, mire usted por dónde, los tuve anoche. Y en
mitad del insomnio se me clavó en la espalda el aliento de esa persona que duerme a mi lado
y confieso que fue como la constatación de un milagro repetido, la certeza de
que el viaje mereció la pena. Este es el misterioso oficio de vivir, le dije al
niño que fui. No son, como tú creías, los coches, la cuenta corriente, el éxito
en los ojos ajenos, sino esta mujer, esta familia cincelada en días sobre días,
esta respiración aquí a mi lado. Cosas que de tan pequeñas parecen
insignificantes pero que son justamente el tesoro que andaba buscando. Este es
el misterioso oficio de vivir, y solo se
aprende viviendo.
Precioso Florian,
ResponderEliminarGracias, Elena. El misterioso oficio de vivir también te enseña a valorar el peso de las viejas amistades. Un abrazo.
EliminarComo siempre, para quitarse el sombrero. Pero hoy además de cierto, emotivo y entrañable y lo que sentimos muchos y muchas que pasamos la raya de la mitad de la vida, pero no sabemos expresarlo como tu.
ResponderEliminar