Cuarenta y un años justos
se cumplen hoy de la última vez que un hombre pisó la Luna. El astronauta se
llamaba Eugene Cernan y yo me lo imagino despidiéndose de los desiertos lunares
entre contrito y rencoroso, volviendo a casa sin haber encontrado un cuerpo
donde dejar inmortalizado su nombre. Esta noticia me ha hecho pensar en una
de las obras teatrales más interesantes y divertidas que se pueden ver hoy día
en los escenarios españoles, Los diarios de Adán y Eva, adaptación de un texto de Mark Twain interpretado de forma
extraordinaria por Fernando Guillén Cuervo y Ana Milán. En ella, Adán se
lamenta de que, por mucho que madrugue, ya hace rato que Eva anda por el Edén bautizando
a cuanto le sale al paso, llevándose para sí el prestigio y la gloria de darle
nombre a lo que hasta ese instante era innombrable. Incluso en el Paraíso
tenían claro que nombrar es la versión humilde de la inmortalidad
.
.
Magallanes,
allá por el XVI, en uno de sus viajes a
lo largo y ancho de este mundo, se
encontró con una raza de tipos rudos y largos como una comida de empresa y no
dudó en bautizarles con el nombre del gigante Patagón, sacado de uno de sus
libros de caballería preferidos. No es que entonces la gente ignorase que los
libros de caballería son más falsos que el intérprete de la lengua de signos del
entierro de Mandela, pero eso no impidió que el nombre de Patagonia tuviera
fortuna como suelen tenerla las empresas de la gente y los países revestidos de
prestigio. Carmen Maura afirma que hay muchos países donde una película
española hace más por España que cinco ministros de gira con su séquito. Y dice
una película como podía haber dicho un equipo de fútbol o un corredor de coches
o un tenista. O una compañía de teatro. Incluso un cocinero. Sin embargo, estoy
por asegurar que un plantel de políticos de altura no lo ha conocido esta
tierra ni en tiempos de Magallanes, que por eso tuvo que echar mano de un
personaje de fantasía cuando quiso nombrar algo grande, fuerte y poderoso. Hasta
un ladrón de altura, asegura Jardiel Poncela en Los ladrones somos gente honrada, debe tener corazón, coraje y
fantasía. Solo que en nuestros partidos políticos quienes demuestran tener
fantasía suelen ser los tesoreros.
Artur Mas plantea un referendo soberanista
para el próximo noviembre. Algo totalmente innecesario si la imagen que los
españoles tuvieran de su propio país fuera prestigiosa, cohesionada, moderna y
con futuro. Nadie quiere escindirse de un cuerpo sano y robusto. A los
catalanes, al parecer, se les planteará estas dos preguntas, ¿quiere que Cataluña sea un Estado?, y en caso afirmativo, ¿quiere
que Cataluña sea un Estado independiente?
La mayoría de las veces yo sería incapaz de asegurar si el estado en el que
vivo es independiente, sólido, líquido o gaseoso; pero daría cualquier cosa por
vivir en uno donde fuera posible el raro arte de ponerle nombre a lo
innombrable, regalo que los dioses sólo conceden a los que crean, a los que
descubren, a los que inventan.
Publicado en el diario HOY el sábado 14 de diciembre del 2013
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