Zeus
echó mano de teléfono, llamó a sus ochenta asesores y tras larga
deliberación decidieron que la crisis era asunto para Perseo. Citó,
pues, al héroe y le dijo: ya sé, hijo, que estás algo mayor para
la ESO, de modo que a ti los mil euros del ala te los doy si me
realizas otra terea no menos portentosa. Matar a Medusa, el monstruo
de las mil cabezas. Mil cabezas más IVA, apostilló el muchacho,
que, fruto de los últimos planes de estudio, salió algo chulo. Por
abreviar diré que Perseo aceptó que le pagaran la mitad en negro y
el resto facturado al Instituto Nóos, que los dioses y los monarcas
son medio parientes.
Llegados
a un acuerdo, Perseo afiló la espada y se vino a luchar contra la
terrible gorgona que asolaba ese rincón del mundo llamado por unos
Hispania, por otros España y aún por otros, País de Esos que se
dejan timar por Cuatro Mangantes. Ni qué decir que Medusa le salió
al paso de inmediato. Tenía cara de democracia pero cuerpo de
monopolio. Cuatro patas como cuatro multinacionales. Por una boca
arrojaba hipotecas, por la otra, bonos basura. Su voz sonaba
cautivadora, mas era mentirosa como una promesa electoral. Y al que
le aguantaba la mirada le convertía en accionista de Bankia.
Perseo,
impasible el ademán, se puso a lo suyo. Cortó una cabeza que gritó
PSOE y brotó otra que gritó PP. Así una y mil veces. Agotado,
invocó a Justicia, pero ésta, amén de ciega, sufría un ataque de
risa por lo del tasazo y por el caso Urdangarín y no estaba para Medusas. Buscó el
auxilio de Religión y la encontró enzarzada en si en el portal hubo
mula y buey o calefacción central. Llamó al Pueblo, pero, ay, era
día de partido. Imploró, por fin, a Zeus, pero los dioses, en lo
tocante a esta tierra, o no les llega el presupuesto o se ponen
de parte de Medusa.
Publicado en el periódico Extremadura el 24 del 11 de 2012
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