Juan Manuel de Prada |
Escribí este texto en el 98, después de leer en prensa la noticia del
robo del ordenador de JMP durante la promoción del premio Planeta.
Huelga decir que admiro la prosa de este hombre que me deslumbró con Las
máscaras del héroe y con Coños y al que luego he seguido en la
distancia
con ojos,ay, de gregario.
con ojos,ay, de gregario.
Saco este viejo cuento a
la luz porque hoy presenta JMP su nueva novela Me hallará la muerte,
y la compraré, y la leeré, y volveré a renegar de los dioses. El, los dioses y yo sabemos por qué.
y la compraré, y la leeré, y volveré a renegar de los dioses. El, los dioses y yo sabemos por qué.
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Cuando Juan Manuel de Prada llegó a
la ciudad promocionando su Premio Planeta, cometí el error de romper dos
solemnes promesas. La primera, juré que jamaś asistiría a un discurso de
propaganda; la segunda, juré que si alguna vez asistía a un discurso de
propaganda sería para alborotar el gallinero y armar la de Dios es Cristo. Y,
sin embargo, allí estaba yo, boquiabierto, flotando en el caldo de mi propia
envidia.
Contrito y vencido, me situé a la
sombra del gentío. Algo similar debió sentir Salieri ante Mozart, Cansinos ante Gómez de la Serna, el señor Barragán ante Buenafuente. Cómo era posible
que aquel mostrenco con gafas pudiera paladear la gloria a su edad y con tan
solo dos novelas y yo, que le doblo en años y le triplico en libros, no sea más
que un simple, aunque prestigioso, escritor. La fama me niega. Y, lo más
doloroso, la gloria me ignora y la vislumbro desde lo lejos con la misma
melancólica resignación con la que Moisés debió mirar la tierra prometida.
No pude abandonar la sala. Me quedé
allí solo, observando el techo como un imbécil. Y decidí vengarme. Le seguí por
toda la ciudad. Miré cómo se divertía. Cómo bebía y cómo comía. Como un cerdo.
Como un escritor con éxito. Sólo una vez se cruzaron nuestras miradas. Yo le
sonreí, creyendo que habría reconocido en mí a un hermano. Sonreí como un
escritor novato. Como un gilipollas, deseoso de compartir con él la hostia
sagrada de la creación, ese privilegio de los artistas. Él no sonrió. Siguió a
lo suyo, ignorándome, borracho de alcohol y de vanidad.
Ya en la estación de ferrocarriles,
mientras pronunciaba las últimas declaraciones pedantes a los periodistas
arremolinados a su alrededor, llegó la oportunidad de vengarme. Apoyó su
pequeño ordenador portátil sobre el cantil de una ventana de la cafetería. Yo
me coloqué detrás, como una sombra. Y en el momento preciso, abrí mi maletín e
introduje con sigilo el tesoro. No huí. Por primera vez me coloqué enfrente de
él, amalgamado con el racimo bullicioso de periodistas. Vi su cara de horror al
descubrir el robo. Qué gran revuelo. Qué desbandada de indicaciones, de gritos,
de blasfemias. Yo, por supuesto, contribuí a buscar al ladrón por todas partes;
claro es, sin éxito.
Cuando se rindió a la evidencia, lo
seguí hasta los aseos y, escondido en un sucio retrete, escuché su patética
sinfonía de sollozos de niño grande.
Pasados algunos días, le llamé: "O me
proporcionas el código de acceso o quemo el ordenador". Había llegado el
momento de demostrar si ciertamente era un escritor de esos que llaman “de
raza”, un verdadero creador con amor por la obra o sólo un pretencioso
engreído. En el primer envite demostró su pleno conocimiento de los insultos en
dos idiomas. Luego, tras un breve silencio, brevísimo puesto que la conferencia
era a cobro revertido, con voz gangosa confesó: "Mateotis
mateoleton". La contraseña. Y en la pantalla florecieron palabras como una
primavera cargada de imágenes. Había dos cuentos breves y el capítulo de una
novela, tan hermoso, tan perfecto, que tres veces he intentado proseguirlo, y
he sentido vergüenza de mi mano torpe y de mi verbo anquilosado.
Pero yo, que no debo ser un escritor de raza, miro
al ordenador con asco y he decidido que, mejor que devolvérselo, lo
quemo. Pues menudo es uno.
De mi libro, Esa extraña familia de que te hablé
Fui yo quien se lo robé
ResponderEliminarPara nada, fui yo...
ResponderEliminarMaestro: ¿hui, se acentúa? Krugius.
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