quédese con el cambio: ENTRE LA ESPADA Y LA TELEVISIÓN

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sábado, 1 de marzo de 2014

ENTRE LA ESPADA Y LA TELEVISIÓN


Hace años que no veo televisión. La última vez que vi un telediario, el hombre del tiempo era Mariano Medina. No lo digo por hacerme el estupendo sino para que se entienda el desenfoque entre mis ojos y la actualidad. Al menos, si hablamos de esa actualidad que se vende por la tele. La polémica suscitada por el programa de Évole ha avivado el debate. ¿Es la televisión un medio fiable? O, mejor aún, ¿dispongo de herramientas adecuadas para defenderme de enemigo tan poderoso? El asunto sería una tontería si al hablar de televisión no habláramos del generador de cultura más importante de nuestro tiempo. Como dice Homer Simpson, hoy en día, entre la tele e Internet, los hijos se te crían solos. Ningún libro, ningún filósofo influye en la opinión ciudadana ni la milésima parte que un programa de televisión de regular audiencia. Lo cual es tremendo si tenemos en cuenta que la salud de una democracia se basa en la calidad del poder de decisión de sus ciudadanos. Da escalofríos pensar que somos plastilina en manos de gente a la que, a fin de cuentas, sólo interesa la cuenta de resultados.

Claro está que la culpa no es de la televisión. Tengo amigos muy inteligentes que no hacen sino lamentarse de los sueldazos de ciertos conductores de programas que ellos miran asiduamente. El remedio para su indignación es tan simple como apagar la tele, pero cuando se lo hago notar me miran con la floja tristeza que miramos a un corto de luces. Debatir sobre la moralidad o la oportunidad del programa de Évole es como si tuviéramos que parar el tren-del-miedo en mitad del circuito para recordar a la gente que están en un circo. En televisión, como en cualquier otro negocio susceptible de ganarse mucho dinero seduciendo voluntades, todo es espectáculo, espejismo, una máquina tragaperras con mucho ruido, muchos colores y mucha trampa. Es por eso que en Internet está pasando tres cuartos de lo mismo. Tan joven y ya es un campo minado. Hasta Pérez Reverte ha reparado en la celada y ya empieza a recular de su afición a las redes sociales.

 La actualidad son esas chispas que revoletean sobre un incendio, pero no es el incendio. Para entender ese incendio son más fiables ciertos libros, aunque lleven escritos cientos de años, incluso la prensa escrita. Este descreimiento hacia la tele podría favorecer a la prensa escrita si los que manejan el negocio no andaran también empeñados en seducir al lector mediocre, más voluble pero infinitamente más numeroso. Si en lugar de dedicar las tres cuartas partes del periódico a deportes, cotilleos, vírgenes, santos y carnavales,  las dedicaran a cosas de enjundia, es posible que recobraran algo del terreno y el prestigio perdido. Claro que para eso deberían recuperar aquella vieja costumbre de contratar a periodistas de verdad y pagar a escritores con algo que decir y, lo que es más difícil, que sepan cómo decirlo sin desesperar al lector antes acabar el primer párrafo, empujándole trágicamente hacia el mando a distancia de la tele.


Publicado en el diario HOY el sábado 1 de marzo del 2014

3 comentarios:

  1. Hola, yo tampoco veo la televisión, no hay nada q ver, salvo pocas cosas que también se encuentran en la red.

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  2. Yo tampoco tengo TV... liberador el día que se estropeó

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  3. asunción diaz diaz1 de marzo de 2014, 18:37

    Leído su artículo, reuerdo una de sus clases de literatura en la Unveridad de Mayores de Almendralejo, referida a la Generación del 98, en la que os facilitó una nota que decía: "El objetivo de la sesión de hoy es aprender a leer los textos literarios bajo sospecha, no solo desdé na perspectiva estética, si no dsde presupuestos ideológicos, al entenderlos como doumentos históricos que encierran visiones personales del mundo ....."
    Me pareció muy acertada su reflexión, y si lleváramos esta "sospeha" no solo a la lectura, si no a la televisión e internet, sería dificil que nos convirtieran en conejillo de indias.
    De acuerdo con sus comentarios sobe la tele, pero yo si la veo, no mucho, y gracias a eso, antes de conocerle personalmente, y desde Madrid que es donde tengo mi domicilio, le vi en en progama que retransmitió la 2 de TVE, con motivo de una entrega de premios en el Teatro Romano de Mérida. Por lo tanto, la televisión como todo, si se uiliza con cierta dosis de inteligencia, puede ser en ocasiones provechosa.
    Un saludo.

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