Miguel Ángel
Carmona dedica las mañanas a su trabajo en las oficinas del SEXPE. Por las
tardes dirige los talleres de escritura del CELARD en Badajoz y al menos un día
a la semana va al hospital a contar cuentos a los niños enfermos de leucemia.
El otro día asistí como invitado a la inauguración de uno de sus cursos. Se
habló del poder del símbolo, de metáforas, de literatura y vida. Congregó a
ilustradores, dramaturgos, narradores, editores y enamorados de la palabra
escrita en general, sin más medios que su entusiasmo. Pura vocación.
BARRA DE TITULO
sábado, 29 de noviembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
EL DESPRESTIGIO DEL HÉROE
No es lo mismo protagonista que héroe. Los locutores deportivos y las
crónicas de cine nos confunden con esa manía de llamar héroe a cualquier
personaje del que se cuenta una historia. Pero todas las historias no son
historias heroicas. Por el contrario, en muchas, el protagonista, Dexter, El
padrino, lejos de ser un héroe, es un villano.
Ser protagonista es en cierto modo fácil. Basta que te siga la cámara o que
te siga la lengua de un narrador. Ser héroe es otra cosa. En la raíz de la
palabra héroe va implícito el sentido de servir y proteger y conlleva una
ineludible carga de sacrificio. Si en la aventura que corres no hay nada en
juego, no es aventura sino camping. Si existe un peligro, pero sólo para tus
intereses personales, tampoco es heroísmo sino biografía. Y si se da el caso de
que en tu aventura salen beneficiados unos terceros, pero sin coste alguno por
tu parte, es decir, sin sacrificio, tampoco es heroísmo sino carambola.
sábado, 15 de noviembre de 2014
LA ROSA Y EL BURRO
Esto no es México, claro está, aquí no
desaparecen los muchachos en manadas ni anda a tiros la gente por la calle. Es
verdad que aquí no vive uno con el corazón en un puño cada vez que una
muchedumbre se reúne en un mercadillo público como en Irán o en otros países de
triste memoria, temiendo que en cualquier momento un descerebrado te haga
saltar por los aires en mil pedazos pequeños al grito de Dios es grande. No
somos Palestina, no somos Colombia. Somos un estado europeo en vías de un
admisible grado de civilización. Por eso mismo las heridas duelen mucho más.
Por lo que pudo ser y no es. Porque tenemos el paraíso a golpe de vista. Somos
como esos seres mitológicos a los que se condena a un hambre perpetua frente a
un paisaje de inalcanzables viandas.
sábado, 8 de noviembre de 2014
A PÁJAROS
He sido testigo de un cielo cubierto de
pájaros. Una mancha tan oscura y tan perfecta que parecía un salpicón de tinta
caído de la mano de García Márquez. Quizás alguien con más recursos podría
expresar lo que se siente en momentos como ese, pero admito que no es mi caso.
Yo a lo más que llego es a balbucear que fue hermoso saberse ahí debajo,
testigo de un griterío y de un revolotear unánime de animal prehistórico. Luego
los pájaros volvieron a las ramas de los árboles y no fue nada. Desaparecieron.
Los coches se apoderaron de las calles y el cielo volvió a su azulada
indiferencia de siempre. Como si nada hubiera ocurrido, acaso para que
volviera a adormecerse mi sentido de lo extraordinario.
Esto del sentido de lo extraordinario es
una de esas cosas inútiles, pero magníficas, que he aprendido en el trato
íntimo con la literatura. Que yo recuerde, al primero que le oí mencionar tal
asunto fue a Torrente Ballester en su Saga/fuga de J.B. Lógico que la expresión
sea invento de un gallego, la raza más soñadora y proclive a levantar
fantasmagorías que ha dado Europa, ahí están Cunqueiro, Rosalía, Cela,
Wenceslao F. Flores, Ánxel Fole, Camba. O José María Merino y Manuel Rivas, por
citar también autores vivos. Con esa alineación, ríase usted de la liga
de las estrellas.
sábado, 1 de noviembre de 2014
EL GRAN VILLANO
Antes de que existiera Internet yo era mucho de Krishnamurti. Durante mi adolescencia leía en sus libros aquello de “la verdad es una tierra sin caminos” y me parecía haber encontrado al fin un clavo ardiendo al que agarrarme. Hasta que pasados los años miré fotos suyas en Internet y descubrí que se peinaba como Iñaki Anasagasti, componiendo una ensaimada con cuatro pelos sobrevivientes. La gran cagada. Qué filosofía ni qué verdad puede haber en un tipo que no acepta su condición de calvo. Más que sus libros, su ensaimada fue la que me enseñó que lo difícil no es levantar una teoría sobre el universo sino aceptar en tus propias carnes que el tiempo pasa y te haces viejo sin remisión.
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