A veces escuchas una canción que te abre el cofre de las
sensaciones nuevas y que llega para quedarse. A mí me ocurrió con ¿Quen non xime? de Rosalía de Castro
cantada por Amancio Prada. Yo era un chaval, pero lo suficientemente mayor como
para decirme: así suena la melancolía. Desde entonces Amancio Prada me ha
acompañado a todas partes, en los viajes por el mundo y en los que se hacen
hacia adentro. Como las pastillas de la alergia, si te olvidas de él por un
tiempo, el cuerpo se enfada y lo reclama.
Me ha venido su nombre a la cabeza porque llevo un rato
buceando entre las hojas de la actualidad y es un ejercicio que asfixia, que te
obliga a levantar la cabeza y buscar oxígeno. Pero dónde buscar aire puro en un
país donde un concejal cualquiera se da ínfulas de marajá y tiene por
estribillo: aquí mandan mis cojones y usted no sabe con quién está hablando. Si
los diarios quisieran hacerse eco del sentir general, la pregunta que deberían
estampar en sus portadas es ¿cómo es posible que aún no nos hayamos ido a la
mierda?
Yo encuentro mi bocado de aire limpio en Amancio Prada, este
hombre que ha dado a la memoria colectiva un puñado de canciones
extraordinarias sin renunciar jamás a la pureza de su oficio, sin entregarse a
la trituradora de los cuarenta principales, ofreciendo en cada disco un
ejercicio de música y poesía, de espiritualidad y humor.
Ha hecho con el gallego lo que Serrat con el catalán:
polinizar, abrir mentes y fronteras. Al contrario de los que entienden las
lenguas como espadas, ellos las usan para hermanar. El idioma de Amancio Prada es
el gallego de Cunqueiro y el castellano de San Juan y el andaluz de Lorca.
Haga usted la prueba. Ahora que estamos en agosto y son
tiempos de vacaciones, repare usted en que cuando de presumir de su tierra se
trate no se acordará del concejal de su pueblo ni de su alcalde ni de su
presidente sino que hablará de Espronceda, de Machado, de Lorca, de Serrat, de
Plácido Domingo o de Extremoduro o de Pablo Guerrero o de Luis Landero. Y de
Amancio Prada. Gente que nos consuelan y nos engrandecen y van dejando a su
paso un reguero de belleza. Son nuestro
motivo de orgullo entre tantos para la vergüenza.
Mientras unos roban, ellos regalan. Repare usted en Jordi
Pujol, por citar un caso reciente. No se le conoce un verso memorable, no ha
compuesto una canción que nos consuele, no tiene un libro que ilumine ni ha
inventado nada que haga la vida más cómoda o descubierto un remedio contra una
enfermedad asesina. Solo una existencia de administrativo de lujo, una vida
entera enchufado al Estado. Ese es su mérito. Sin embargo, es a él a quien se
le adjudica sueldo vitalicio y privilegios de soberano. A él y a todos los presidentes
de comunidad, presidentes de gobierno, ministros y ministras, protegidos de
todos los signos, gente que no aportó nunca nada, cínicos que hoy predican
continencia pero que viven como si no hubiera un mañana.
Publicado en el diario HOY el sábado 9 de agosto del 2014
Tenemos la suerte de contar con gente como F.R.T. para deleitarnos al tiempo que nos abre los ojos. Es un trovador de la palabra, de la poesía, de los sentimientos. Y, encima, extremeño.
ResponderEliminarSuscribo tus bellas y acertadas reflexiones. Cierto que, cuando queremos conectarnos con el más fino y profundo sentir, buscamos cada uno, a nuestros artistas y creadores preferidos, ellos nos reconfortan y a través de su arte recordamos que la vida tiene sentido. Yo escucho a Amancio Prada, cómo no, pinto con sus canciones y me siento feliz, y desde luego, algún "reguero de belleza" debe dejar en mis cuadros, estoy segura. Muchas gracias por este texto explícito y esclarecedor.
ResponderEliminarHace un par de meses vinieron unos amigos franceses que querian descubrir este pais así que les regale un concierto en el Circulo dd Bellas Artes de Amancio Prada y de verdad nunca me he sentido tan alegre de mostrar así la música y la poesia.Estoy absolutamente de acuerfo con lo que a escrito F.R.T. sigamos esta linea y hablemos de lo bello.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, quedemos con quienes ponen alas a nuestro espíritu, tan castigado últimamente. Gracias por compartir.
ResponderEliminarLas Artes son el flotador de mi alma. La obra de Amancio es una porción de ese rosco.
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