Las brujas de Zugarramurdi, de Alex de la Iglesia.
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Nunca
agradeceremos lo suficiente el esfuerzo de esos jóvenes directores de cine por
sacar a la comedia española de los tópicos a los que parecíamos condenados a
perpetuidad. El cateto de pueblo, el marica mariposón y travestido, el viejo
verde, la chacha manirrota, la vieja frívola y avariciosa, el mozo salido. Carne
caduca que ya sólo hacía gracia como arqueología. No hay duda de que Alex de
la Iglesia es parte responsable de esta renovación de la comedia. Pero no
precisamente en Las brujas de Zugarramurdi, donde todos los fantasmas del pasado
renacen y toman carne en esta película que tiene unos primeros diez minutos
espectaculares y prometedores, pero que declina hasta convertirse en un
muestrario de tópicos hechos fotogramas.
La escena
inicial en la que los hombres estatua llevan a cabo un atraco de lo más chapuza
es muy ocurrente y está grabada con mucho ritmo y derroche de medios, pero
tengo la impresión de que tampoco es original. Me suena al atraco de El mundo
es nuestro, de Alfonso Sánchez, sólo que en esta última hay menos recursos pero
más gracia, más ironía, más trastienda. Y eso es justo lo que echo en falta en
Las brujas de Alex de la Iglesia, trasfondo, rebotica. La película nunca rompe
la barrera del cuento infantil y plano, sin tensión, sin mordacidad, sin
crítica ni ironía, apenas salpicado allá y acá de algún que otro chiste
gracioso, pero sin pellizco. Lo que viene siendo un cuento sosillo; pero, eso
sí, interpretado por grandes actores. Muy acertado, por ejemplo, Mario Casas en
su papel de poligonero sin neuronas. El papel de Santiago Segura, una vez más
en faldas y con las uñas lacadas, confirma la sensación de que estamos ante una
película de talonario fresco pero de ideas rancias.
En la sala
hay mucha gente que se ríe. El humor es una cosa rara. Cada uno lo entiende a
su manera. Yo, con todos mis respectos para el director, agradezco su esfuerzo
por hacerme pasar un rato distendido, pero regreso a casa con la sensación de
que esta película se queda sosa como comedia, poco original como parodia, coja
de argumento y manca de tensión. Por lo demás, todo estupendo.
Amos, taquillazo asegurado.
ResponderEliminarEl cine español, ya hace tiempo que está carente de ideas y de ingenio. Películas muy malas, la nueva generación de actores que no saben pronunciar, no tienen dicción. Los directores usando los mismos tópicos de la España casposa e inculta, la guerra civil hasta la saciedad. Cine español reflejo total de la sociedad que tenemos. Esto es lo que hay.
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