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Raimundo Amador y Diego Antúnez. Delicia para los oídos |
Raimundo Amador se ríe cuando le digo que hace años
que voy por ahí repitiendo una frase suya. La definición más
lírica y tierna que he escuchado jamás sobre la felicidad. Para mí,
dijo, "la felicidad es llegar a casa y escuchar el pivote de la
olla exprés dando vueltas y vueltas". Y sigue siendo así, me
confiesa. "Yo no sé de política ni de fútbol. Lo único que
sé es tocar la guitarra y hablar de cosas sencillas. De modo que a
mí no me preguntes por política porque acabaré metiendo la pata.
Los músicos lo que tenemos que hacer es tocar, y el público lo que
tiene que hacer es acudir a escuchar a los músicos. Cada uno a lo
suyo".
Y no hablamos de política. Ni se me ocurre.
Hablamos de su música. Sentado en el pequeño camerino de la sala
Freedom Hall de Almendralejo, donde inaugura la temporada de
conciertos de invierno, envueltos en humo de tabaco y en olor a
bocadillos de urgencias, nos atiende con empaque de patriarca. La
sala está llena. Afuera ya hay bullicio de público entregado y
ansioso. "Ver una sala cuajadita de gente es lo más grande. No
es mi caso, pero sé que hay músicos que lo están pasando mal. Y
es que el mundo está resfriado de oídos. La verdad es que todo
está ahora un poco resfriado. Habría que educar a la gente con
música algo más buena. Lo que suena ahora es muchas veces
infumable. Y es una pena, porque hay músicos increíbles".
Raimundo Amador y Florián Recio durante la entrevista |
Le miro mientras habla. Tiene 53 años, muchos
discos y nueve nietos, es un pedazo de la historia musical de este
país y aún confiesa que se pone nervioso antes de salir a tocar.
"Los primeros cinco minutos soy un manojo de nervios. Después
ya se me pasa". En esta sala, erizada de voces que ya le
reclaman, los nervios no llegarán a tanto.
Hubo un tiempo en que los ayuntamientos endiosaban
a músicos que no llegaban a Raimundo ni al primer traste. Los
cachés subieron hasta el escándalo. Ahora, por las salas pequeñas
donde sobreviven los músicos como pueden y el que arriesga el
dinero es el empresario de turno, no se ven, como entonces, alcaldes
y concejales a la caza de una foto. Habría que preguntarle a Iker
Giménez si ver a un político pagando una entrada es un fenómeno
paranormal comparable a ver a un gitano sin primos. Raimundo lo
tiene claro: "Son dos cosas difíciles de ver. Eso está
bastante peleao. Pero yo en política no me meto. Lo que sí es
verdad es que los tiempos cambian. Fíjate, yo llevo viniendo a
tocar a Extremadura desde niño. Nos traía mi padre a la romería
de los Remedios. Y hasta eso ha cambiado. Con tanto gitano
evangélico ya ni se consiente el culto a las imágenes ni nada. Yo
soy más tradicional. Yo creo en el Gran Poder".
Quizá a Extremadura viniera con aquella primera
guitarra de cartón de color rojo y con vaqueros pintados en blanco
que su padre le regaló en Rota. "Esa guitarra fue el inicio de
todo. Mira que hace años que se rompió. Era de cartón. Pero para
mí es como si pudiera verla todavía". Quiero suponer que el
primer acorde es como el primer beso, que te deja marcas en la
memoria. Raimundo deja colgada en el aire una sonrisa que es un
parapeto contra la melancolía. "Lo que más me gusta del mundo
es tocar, pero también disfruto cantando y escribiendo mis
canciones. Cuando la letra no sale, no me empeño: se la encargo a
un profesional que me la haga, y punto", señala.
Tocar con un maestro
Hay voces que ya le reclaman fuera. Nos levantamos
del sofá y nos estrechamos las manos. Pero yo no me resigno a
marcharme sin hablarle de su relación con B.B. King y eso que dice
de que si Raimundo fuera americano estaría considerado de los
mejores guitarristas del mundo. "Yo no sé si eso será verdad
o no, pero lo que sí te puedo decir es que en España se me trata
distinto después de haber tocado con B.B. King. Lo noté el mismo
día, en el aeropuerto. La gente me miraba de otra manera y me
pedían más autógrafos". ¿No será que somos un poco bobos y
necesitamos que los de fuera nos señalen con el dedo a nuestros
propios ídolos? "Yo de política no hablo. Pregúntame por lo
de la olla exprés".
Publicada en el periódico Extremadura el 23 de octubre de 2012
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