Esta noche se me ha aparecido mi abuelo en sueños. Yo estaba sentado en el banco de un parque y él pasaba por allí, mirando no sé qué. Ni puñetero caso que me hizo. Por supuesto, no me sentó nada bien. Abuelo, le dije, llevas más de treinta años muerto y para una vez que te me apareces en forma incorpórea y finita no me dices ni pío, pues vaya mierda de sueño y vaya mierda de abuelo que estás hecho. Y mi abuelo, que para lo suyo es muy suyo se sentó a mi lado y me dijo, y qué coño quieres que te cuente, si cuando te dejé eras un crío y ahora ya tienes un pié puesto en el medio siglo. No nos entenderíamos. Vale, le dije, pero es que resulta que yo también tengo hijos, y algo podrás decirme que les pueda yo decir a ellos y marcarme un tanto, digo yo; coño, abuelo, signifícate, que algo habrás aprendido en tu oficio de fantasma. Y mi abuelo, viéndome tan desamparado en esto de ser padre de dos adolescentes, se sentó a mi lado, carraspeó un poco y me dijo: dile esto a tus niños:
.- No aceptes caramelos ni trajes de extraños, que los regalos nunca son gratuitos, a no ser que te dejen factura con IVA.
.- Si quieres ser original y distinto, sé amable y educado, que la educación y la amabilidad han sido en todo tiempo dos flores rarísimas y al borde de la extinción.
.- Desconfía de los que son optimistas en exceso: para ellos todo está siempre bien y eso lleva al inmovilismo. Los pesimistas suelen ser el motor del mundo, porque como no les gusta lo que ven quieren cambiarlo todo. Pero mejor desconfía de los que son pesimistas y optimistas por sistema. Nada en exceso, que dijo el clásico.
.- No juegues con las religiones, que las carga el Diablo.
.- Si en lo que concierne a Dios tienes alguna duda, olvídate de Dios y ama a tu duda sobre todas las cosas, que ella te hará un hombre libre.
.- Recela de la fe, que, aunque dicen que mueve montañas, nunca verás que contraten a un cura como Ingeniero de Puertos y Caminos.
.- Respecto al amor, sólo te digo una cosa: conócete a ti mismo, que, por más que oigas lo contrario, ni seca el cerebro ni te quedas ciego.
Y de política nada de nada, que mil veces te tengo dicho que no traigas guarrerías a casa.
Seguramente habría seguido más rato, porque treinta años de muerto dan para mucho, pero en esas sonó el despertador y nos fuimos cada uno a nuestros asuntos. Él a su muerte y yo a criar adolescentes, que no es moco de pavo.
Me he reido con el relato de hoy, mola un difunto que dice que las religiones las carga el diablo.
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