quédese con el cambio: HA VUELTO, TIMUR VERMES

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miércoles, 4 de junio de 2014

HA VUELTO, TIMUR VERMES

Timur Vermes, Ha vuelto

Título original: Er ist wieder da
Traductor: Carmen Gauger
Páginas: 384
Publicación: 2012 (2013)
Editorial: Seix Barral
Categoría: Humor
ISBN: 9788432220364

La premisa inicial de esta novela es que Hitler aparece a las afueras de Berlín durante el verano del 2011.  Súbitamente, en pleno descampado, con su viejo uniforme militar y apestando a gasolina, sin que ni él mismo se explique cómo ni para qué, ha vuelto. Ni experimentos médicos, ni radioactividad ni mandangas. Solo se despierta como si se hubiera quedado dormido en el bunker en el que supuestamente se suicidó y al despertar se encontrara con un nuevo orden mundial. Como no podía ser de otra manera, a poco que se da a conocer, todo el mundo le toma por un imitador. Tan bien representa el papel de Hitler que acaba triunfando en la televisión como humorista.
La novela está contada en primera persona, como si un metódico Hitler llevara un diario de su nueva vida y de sus proyectos para volver a conquistar el mundo, esta vez sin fallos. Durante toda la novela se juega con el equívoco: Hitler nunca niega su identidad e ignora que los demás le toman por un imitador, mientras que el resto del mundo piensa que es un genio de la interpretación. Supongo que será más divertida para aquellos que conozcan la actualidad alemana, yo me perdí un tanto con las referencias a ministros y personajes del famoseo alemán. No es un libro redondo, ni siquiera como sátira, pero tiene su punto.

La escena más divertida, a mi parecer, es esta en la que Hitler se ve rodeado por un grupo de señoras operadas y tratan de sonsacarle el nombre de su cirujano plástico.

—¡Ese parecido, por favor! Todo el ramo trata de adivinar quién lo ha conseguido. Aunque —y aquí tomó otro gran trago de cerveza—, si me pregunta usted: habría que demandar a ese tío.
—Señora, no sé en absoluto de qué está hablando.
—¡De operaciones! —dijo irritada—. Y no haga como si no hubiera habido ninguna. ¡Eso es estúpido!
—Claro que ha habido operaciones —dije con enfado. A su manera, no dejaba de ser simpática
—. León marino, Barbarroja, Ciudadela...
—No me suena ninguno. ¿Y quedó contento?
Abajo, en la sala, tocaban Aviador, saluda al sol. Aquello me puso nostálgico. Suspiré.
—Al principio fue todo muy bien, pero luego hubo complicaciones. No es que los ingleses fuesen mejores. Ni los rusos... Pero a pesar de todo.
Me miró fijamente.
—No se ven cicatrices —dijo con aire de entendida.
—No, si no me quejo —dije—. Las heridas más hondas las deja el destino en nuestros corazones.

Otras frases interesantes:

Ya se sabe la opinión que le merecen a uno nuestros periódicos. El sordo escribe lo que le cuenta el ciego, el tonto del pueblo lo corrige, y los compañeros de los otros periódicos lo plagian.

Cuando todo el mundo está en el mismo club, ya no significa nada especial ser socio. Quien quiere entonces buscar ventajas asociándose a otros ha de fundar un nuevo club dentro del club.

No se puede ganar la voluntad de alguien que no escucha.

Un portugués, un griego y un español van a un burdel. ¿Quién paga? Alemania

(Cuando se entera de que se realizan cien mil abortos al año en Alemania) Una matanza de sangre alemana de ese calibre es inaceptable también para mí, evidentemente: cualquier retrasado mental podía ver al momento que, partiendo de un cincuenta por ciento de niños varones, eso llevaría a medio plazo a la pérdida de tres divisiones. O incluso de cuatro.

Existe un grupo de jefes de empresa subalternos que opinan que todo funciona sólo si ellos participan de una manera u otra. Y aquí prevengo enérgicamente contra tales personas; todo lo más cada cien o doscientos años ocurre que alguien sea realmente un genio universal y que entonces, junto a algunas otras actividades, tenga también que hacerse cargo del mando supremo en el frente oriental porque, de lo contrario, todo está perdido; pero, en el caso normal, esos genios universales imprescindibles resultan ser muy prescindibles e inútiles, esto último en el caso más favorable. Con mucha frecuencia causan incluso enormes daños.

Hay un tipo de mujeres con un deseo desmedido de notoriedad y con escasa autoestima que quieren nivelar tratando afanosamente de ocultar todos sus supuestos defectos. Por razones incomprensibles, ese tipo de mujer sólo considera apropiado para tal fin un método: tratar de poner en ridículo lo que está ocurriendo. Es el tipo más peligroso de mujer con que se puede tropezar un político.

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